Para aquellos que no estén familiarizados con el trabajo de Ricardo Cavolo, se podría decir que ilustra los sueños de opio de un marinero ruso después de un largo viaje alrededor del mundo. En su mapa imaginario conviven historias de los barrios bajos de Moscú del principio XIX, contadas a través de tatuajes talegueros de románticos asesinos.
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