Halcyon Gallery presenta «Paricio – Picasso» comisariada por Simon Quintero. Una exposición en la que el artista español, Pedro Paricio explora los fundamentos de uno de los padres del modernismo, revelando cómo su obra ha sido una gran inspiración para su nueva producción. La muestra incluye obras de Pedro Paricio y Pablo Picasso, siendo en sí misma, un acto de homenaje de Paricio al maestro de Málaga.
Brit-Es, tuvo la oportunidad de hablar con el comisario de la exposición y con el artista. Aquí os dejamos una pequeña reseña de nuestra conversación con ellos.
Si hay algo reconocible en la obra pictórica de Pedro Paricio es su capacidad para integrar sus imágenes en nuestro imaginario colectivo. No es la primera vez, ni será la última, en donde el artista nos incita a reconocer en sus obras, aquellos maestros que cambiaron la Historia del arte a través de sus arrolladoras pinceladas, y lo hace a través de una particular e interesante mirada.
En esta ocasión, tal y como lo describe la crítica y experta en el Guernica, Rocío Robles, las obras de Picasso son reinterpretadas sustituyendo los rostros por una suerte de “caleidoscopio de color”. Paricio muestra las formas más esenciales de estas creaciones ya clásicas, y elimina aquellos aspectos que a priori, pasarían a un segundo plano.
Esto muestra una lectura muy sincera del mundo, porque reproduce la información de sus representaciones en “seudo pixeles”, afines a ciertas características de un sistema mediático que nos recuerda a su vez a una brillante estética contemporánea. Es así cómo el artista entabla un diálogo con el espectador de hoy, un público que vive en un contexto mediado por pantallas electrónicas, que se inscriben en colores casi puros, semejantes a las imágenes que nos encontramos a diario en nuestros dispositivos electrónicos.
El espectador, sin embargo, puede ser capaz de reconocer las formas que ya están en su imaginario (Un Guernica, Los Tres Músicos, Autorretrato, …). porque en la pintura de Paricio hay un encuentro anacrónico con una nueva imagen inscrita en lo contemporáneo, y que irremediablemente conecta con esta luminosa estética actual. La magia de Paricio está en el efecto “macro” que realiza sobre ciertas zonas donde están algunos detalles de las pinturas picassiana. Ahí descubres que esas partes no son lo que conforma el carácter icónico de la imagen hegemónica de Picasso, porque esos otros elementos fundamentales, se quedan intactos para que el espectador pueda reconocerlos.
Paricio por lo tanto, crea un lenguaje icónico propio a pesar de recurrir a relatos pictóricos existentes, él construye su propia narrativa sustituyendo los elementos de un rostro, en la mayoría de los casos, por un rostro inventado a base de formas de colores puros, “seudo pixelados” .
Una relectura de las formas que dialogan directamente con signos propios del Pop Art de Warhol o Wesselmann; sin embargo las formas “pop” de Paricio, no anuncian la eclosión de un consumo de masas, porque posiblemente su intención es otra. Quizás el artista quiera hacer un guiño a la sociedad mediada por dispositivos y pantallas que atraviesan nuestro entorno perceptivo continuamente. Sus pinturas serían una resistencia a la formas mediáticas que construyen actualmente nuestro imaginario, espacios vivos, limpios y planos pasados por el tamiz de una pantalla. Una fuerza plástica que le lleva a representar los hitos pictóricos de la Historia a través de su propia pintura, inevitablemente condicionada por el contexto visual del siglo XXI.
Los inquietantes “seudo pixeles” de Paricio por lo tanto, nos ayudan a imaginar en qué arquetipos se han convertido los trazos y las pinturas que en su momento revolucionaron la Historia de la pintura en el Arte. Un viaje más que interesante para ahondar en las huellas que dominan nuestros relatos artísticos, una invitación estética atrevida, fresca y contemporánea.
Y aunque el artista insiste en que el arte no es una fórmula donde poder leer intenciones, y significados, su ya característica manera de hacer, nos recuerda a una especie de juego semiótico de Ferdinand Saussure. Forma y fondo, significado y significante como un baile de ideas y formas que se amontonan al encontrarse con los referentes de las series azules de Picasso, o los retratos replicados del Guernica.
Un Guernica que está instalado en la memoria de entendidos o no del arte. Un Guernica que atravesó fronteras y que fue expuesto tras la Exposición Internacional de 1937 en París, y después en el Reino Unido, con el objetivo de recaudar fondos para el National Joint Commitee for Spanish Relief, y que contribuyó en gran medida, a sensibilizar a la opinión pública británica sobre la situación de la guerra civil española.
¿Y por qué Picasso?. En la entrevista que le concede a Alastair Smart, Paricio afirma que Picasso es como el Teide (volcán de la isla que le vió nacer); una imponente presencia, casi inevitable, a la que tocaba “enfrentarse”. Y esto nos vuelve a llamar la atención sobre el personaje que crece tras su pintura. Pedro Paricio parece estar detrás de la enseñanza de la “paloma Kantiana”. Una paloma que alza el vuelo gracias a la resistencia que le ofrece el aire, siendo esta capacidad de vencer esa resistencia, aquello que le permite elevarse hasta las nubes.
Nos decía:
“Picasso me ha devuelto la libertad, porque los artistas necesitamos de grandes retos para seguir creando, los entornos complicados son los que nos hacen crecer”…
Eso, también lo aprendió de Picasso del que afirmaba destruía no sólo sus obras, sino incluso su vida, para después, volverla a construir. Y quién sabe si quizás, para seguir creando como el vuelo de la paloma, gracias, a la resistencia del aire.
La obra de Paricio, no es un reto al maestro, al fin y al cabo: “Nihil novi sub sole” -No hay nada nuevo bajo el sol- . Salvo el arte, que es lo único que persiste con una mirada diferente.
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Foto de portada: Pedro Paricio, Winter Blue, 2018. Cortesía Halcyon Gallery