Triángulo de Amor Bizarro hacen esa música que me hace cerrar los ojos y moverme muy despacio, o eso creía recordar… Llegué al concierto después de un año sin salir. Ser madre es lo que tiene, y aunque esto de que un grupo gallego que ya conocía toque tan al norte siempre hace ilusión, iba un poco despistada de lo que me iba a encontrar. Últimamente mi banda sonora no va más allá de la música de La vida es así (la maternidad viene cargada de nostalgia), y un pupurri de canciones infantiles en inglés de las que sigo sin aprenderme la letra. Así que, cual adolescente en su primer día de salida, no me desanimó la idea de que iba a ir al concierto sin saberme una sola de las canciones.
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opinión
La comunidad española en Londres está creciendo a pasos agigantados y su impronta es cada vez más patente en distintos ámbitos de la capital británica. A pesar de que la oferta es aquí tan amplia y variopinta, podemos ser objetivos al decir que nuestros artistas y creadores van, con los años, haciéndose un hueco en la agenda cultural londinense.
Siempre diré que Bruce Chatwin –gloria haya, pobrecito– anduvo por una Patagonia medio soñada, y que no se enteró bien de lo que es la república de los prodigios, Argentina. ‘In Patagonia’, su obra afamada, deja las cosas como mágico-realistas cuando, de veras, son prodigiosas.
Judios, otomanos, sefardíes, un libro y ¿una ley para recuperar la nacionalidad perdida?
por Xavier Alcalá
Carísimos expats en la Albión nada pérfida para mi gusto. Quisiera tratar con vosotros cosas de otros expatriados, convertidos en leyenda: los que en tiempos de Imperio Romano llegaron hasta su Finis Terrae y, después de cinco siglos, tuvieron que volver a las tierras de Oriente. Hablemos de españoles con religión hebraica (lo de raza se lo dejo a los esbirros de Hitler, que nada sabían de ADN
La verdad es que llevo semanas queriendo escribir para Brit Es una crónica sobre la mayor feria del libro de las Américas, la de Buenos Aires. No lo hice por dos razones: porque me ando moviendo, distrayendo, y porque nos faltaba un dato fundamental. No sabíamos qué iba a pasar en las elecciones municipales de España.
Quienes –como los vecinos de Coruña– sufrimos la controversia de los nombres de lugar, llegamos a hacernos observadores privilegiados de un fenómeno: el capricho de acomodar topónimos a las hablas y las culturas (o inculturas).
En el siglo XVI los españoles descubrieron que los ingleses eran duros de pelar, sobre todo en el mar. Drake los dejó avisados; la Armada Invencible se fue a pique porque “los elementos”, según Felipe II, ayudaban a los ingleses a refugiarse en su Albión, pérfida y desobediente al Papa.
De vez en cuando se me desvía la vista hacia un objeto que durante años representaba mucho para mí en los momentos de imaginarme el mundo. Es un receptor de radio Sony diseñado para explorar emisiones de onda corta. Lo tengo cerca de donde escribo, en un estante, como adorno nostálgico. Lo usé para escuchar de todo, pero, principalmente, la BBC.
Queridos expats del Reino Que No Se Desunió: En este impaís llamado Reino de España acabamos de hacer el cambio de hora otoñal, beneficioso, que durante unos meses nos acerca a la realidad de la longitud geográfica en que vivimos. Ello me induce a escribiros lo que sigue.
¿Qué habría sido de Europa si no llegan a morir tantos millones de personas, si no se hubiera destruido tanto patrimonio? Pues, sin duda, que continuaría siendo un espacio de proyección de sus culturas (con denominador común) por el mundo adelante.