No es que sea una nueva estética de escaparatismo, es que la crisis económica se ha cebado -y sigue haciéndolo día a día- con los locales comerciales de la ciudad, que no han tenido más opción que la de poner fin a sus actividades, fruto en muchos casos de la paralización del mercado. Como consecuencia de este hecho, los ciudadanos se han convertido en espectadores obligados a presenciar un horizonte de ruina y desamparo que reina allá donde se dirijan sus pasos.
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