Hace tiempo tuve una conversación con un pasajero mientras viajaba a Londres. Un tema nos llevó a otro y acabamos hablando de su padre, un piloto de bombarderos durante la Segunda Guerra Mundial que se había sentido culpable el resto de su vida por todas las muertes a las que había contribuído. Kóblic habla de una culpabilidad similar pero con una vuelta de tuerca: el piloto nunca podrá olvidar el rostro de sus víctimas.
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