Cada año me llevo, como un trofeo, una imagen de ARCO que conservo como un tesoro. Este año esa imagen es la de un Secundino Hernández que hemos visto a lo lejos en el stand de la galería Forsblom y que nos ha succionado brutalmente con un gesto espacial de bisturí brutal y elegante, un sadomaso de terciopelo en toda regla. Hernández es un artista valiente que no tiene miedo a evolucionar y al que hay que continuar siguiendo de cerca, pero más ahora para no perderse este momento único de transformación en el que está su trabajo. De hecho, no es esta la obra que más nos ha fascinado de este artista en esta edición de la feria sino otra, a ver si descubren cual…
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