Inicio Cine Jorge Torregrossa, retratando la vida soñada que sobrevivimos.

Jorge Torregrossa, retratando la vida soñada que sobrevivimos.

por Paulina Ricardi
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El pasado 18 de abril estuvimos en el 2015 Spring Weekend del London Spanish Film Festival. Un sábado primaveral en el que tuvimos la oportunidad de conversar con el director Jorge Torregrossa sobre su largometraje ‘La Vida Inesperada’, en el que habla sobre Nueva York, las experiencias de vida en tierras lejanas y lo que significa el éxito y el fracaso.

El pasado 18 de abril estuvimos en el 2015 Spring Weekend del London Spanish Film Festival. Un sábado primaveral en el que tuvimos la oportunidad de conversar con el director Jorge Torregrossa sobre su largometraje ‘La Vida Inesperada‘, en el que habla sobre Nueva York, las experiencias de vida en tierras lejanas y lo que significa el éxito y el fracaso.

‘La vida inesperada’ es una comedia de la vida que cuenta la historia de Juanito -interpretado por Javier Cámara. Un actor español que se fue a Nueva York a triunfar pero que después de diez años se gana la vida en lo que puede. En eso su primo –Raúl Arévalo llega de visita. Un tipo triunfador, que aparentemente tiene todo resuelto y que ha vivido su vida como se esperaba. La convivencia va develando la realidad de cada uno y cómo la vida nos presenta oportunidades que son regalos pero también pruebas de valentía.

‘Fin’ (2012) fue el debut de Jorge Torregrossa como director de largometraje quien tiene una extensa carrera detrás de las cámaras de grandes series de la pantalla chica. Su trayectoria profesional está íntimamente ligada a la ciudad de Nueva York: allí vivió durante diez años, estudió en la prestigiosa Tish School of the Arts y dirigió sus primeros cortometrajes.

La escritora Elvira Lindo, que también es una gran conocedora de la ciudad, firma el guión de ‘La Vida inesperada’ que es el segundo largometraje de este versátil director y se ha estrenado en Londres en el marco del LSFF.

Fotos © Guido Benedicto

Fotos © Guido Benedicto

¿Qué sentiste al volver a Nueva York para trabajar en esta película?
Fue como volver a casa, porque al final donde pasas tanto tiempo se convierte en un mapa ligado a tus recuerdos, a experiencias vividas y a tu cartografía emocional. De alguna manera, yo nunca he roto el vínculo con Nueva York, siempre he vuelto y ‘La vida inesperada’ fue el revisitar esas experiencias al mismo tiempo que hablaba de eso; de las encrucijadas de la vida, de las direcciones vitales que forman tu vida.

El rodar en Nueva York fue un regalo y a la hora de hacer la película también hizo las cosas muy fáciles porque yo tenía muy claro la ciudad que quería retratar, como quería que se viera en la película y llevarlo a sitios especiales para mí y que tenían que ver con lo que yo había vivido.

De alguna forma el personaje de Juanito que ha ido ahí en busca de sus sueños se ha hecho su propio mapa, esos Nueva Yorks imaginados, que ha visto en películas. Y hay momentos en que los personajes pasan por ahí y de repente están en sitios que es una localización muy famosa de la película Manhattan de Wood Allen y aunque no lo explicitan están ligados a esa visión idealizada. Que sin duda también son referentes personales, por ejemplo en esa secuencia en particular, pues yo viví en la manzana de al lado durante 4 años, entonces era un sitio donde siempre llevaba a mis visitas.

Además que sin haber estado allí, Nueva York es una ciudad que cualquiera que va siente que ya la conoce por el cine. Y eso forma parte de la película también, esa doble cara del sitio donde todo es posible, ligado a las películas, ese escenario mítico del triunfo, de la llegada; con la realidad hostil de una ciudad que es dura. En donde muchas veces te pierdes en la carrera de la supervivencia.

[El cine] es una carrera de fondo donde siempre estás empezando desde el principio, entonces el éxito y el fracaso no son valores con los que puedas enfrentarte a la vida y sin embargo todo el mundo los tiene en la cabeza

Los dos personajes principales son de alguna manera caras opuestas que uno va encontrando en el camino y que hacen pensar que el pasto es más verde al otro lado. ¿Cómo ves el éxito y el fracaso?
A mí me interesaba mucho en ese sentido una cosa en la que creo firmemente, y que vi en la película una oportunidad de hablar de eso, y es que el éxito y el fracaso no son blanco ni negro sino que hay muchos matices, de repente alguien triunfador no es feliz y le pasan cosas por dentro que lo hacen sentir insatisfecho y hay veces en que en el aparente fracaso no hay tal fracaso.

Esto en el mundo de cine es muy patente porque también es una lucha. Hacer una película es muy difícil, muchas se quedan por el camino y nunca se hacen y a veces aunque la hagas de repente una parte del mundo te ve como un triunfador pero la película tampoco significa nada. Tienes que estrenarla, tiene que llegar a un montón de gente y siempre es empezar de nuevo. Cada proyecto es un reto; te sirve lo que has hecho anteriormente y sí que cada película te enseña algo y sí que te lleva a sitios pero al fin y al cabo es una carrera de fondo donde siempre estas empezando desde el principio, entonces el éxito y el fracaso no son valores con los que puedas enfrentarte a la vida y sin embargo todo el mundo los tiene en la cabeza. 

Los personajes representan eso también, yo creo que una de las moralejas de la película es que no puedes pensar en eso, en que la vida es blanca o negra sino que hay un montón de matices. Que no es todo tan sencillo ni tan difícil y lo que importa es el camino y las decisiones que tomas día a día que te llevan a eso.

En tu segundo largometraje detrás de las cámaras te has hecho acompañar por dos pesos pesados del cine español como Javier Cámara y Raúl Arévalo, ¿Qué esperabas de ellos? ¿Cómo fue la experiencia durante el rodaje?
Pues esperaba lo que me dieron, divertirme mucho y que fuéramos capaces de orquestar esa partitura que es la relación de esos dos personajes y ese periodo que pasan juntos de una forma muy detallada. Donde hay muchos matices, muchos colores, donde pasan muchas cosas que no se dicen pero que están ahí. Yo tenía muchas ganas de trabajar con ambos; primero estaba en el proyecto Javier Cámara  luego le buscamos un primo que pudiera hacer eso que te decía, la otra cara de la moneda y que pudiera tener un «sparring» tanto emocional como cómico, como de rapidez verbal.

Fotos © Guido Benedicto

Fotos © Guido Benedicto

Aparte de ser dos grandes actores, se quieren mucho, han trabajado mucho juntos, tienen mucha confianza, mucha intimidad por ello fue muy fácil construir a partir de ahí. Yo sabía que en Nueva York íbamos a tener poco tiempo de ensayo con las actrices norteamericanas y luego el rodaje es una selva que siempre es complicada. Nos vimos y ensayamos mucho, sin que eso fuera a cerrar la puesta en escena de las secuencias, pero sí para hablar de los personajes, de lo que pasa en la superficie, de lo que pasa por debajo y crear a estos dos primos, el pasado que tienen juntos y todo el presente de la historia, cómo se va desarrollando, se van separando, se van uniendo, se pelean, se perdonan y como al final llegan a ese momento emocional de comprenderse mutuamente.

Ellos son muy precisos y eso como director se aprecia mucho. Me acuerdo que había veces en que decíamos: vamos a jugar y a ver cómo sería la escena… Recuerdo en particular una, cuando se despiertan y es de noche pero es de día porque el primo puso cortinas y entonces Juanito se levanta y se enfada… ¡yo me moría de la risa! Pero luego, por virtud del plan del rodaje -que tienes que rodar en desorden y mandas lo que estás rodando cada día- hubo días en que rodamos escenas muy potentes emocionalmente y es cuando empiezas a preguntarte: ¿estaré cargando las tintas en esto? ¿se me estará yendo la mano con la emoción? Y bueno, al final es un diálogo constante, haciendo la película con ellos, tratando de encontrar ese momento, ese balance.

Yo estoy muy orgulloso de su trabajo y me parece que se ve en la pantalla eso que yo quería, para mí es muy importante siempre, en todas las películas, el que tú entiendas a los personajes y lo qué sienten más allá de lo que ellos son capaces de expresar.

Para mí es muy importante siempre, en todas las películas, el que tú entiendas a los personajes y lo qué sienten más allá de lo que ellos son capaces de expresar.

¿Cómo fue la dinámica de trabajar con un equipo Norteamericano?
Había otra cosa, de la cual la película también habla, que es el choque cultural. ¿Cómo haces trabajar a todos los actores que por naturaleza, son de su padre y de su madre?, es decir, tienen un bagaje educacional, una experiencia profesional, se enfrentan a las escenas de forma diferente y tu trabajo como director es encauzar esas diferencias y hacer una cosa común.

Pero cuando estás trabajando con actores que hablan idiomas diferentes, que vienen de culturas diferentes eso se hace mucho más patente, entonces ahí yo me lo pasé muy bien porque he vivido mucho tiempo en los Estados Unidos y por lo tanto me convertí en el engranaje que une esas dos cosas. Para mí fue muy interesante, pero para ellos daba un poco de miedo. Hay un elemente de intuición y de jugar; por ejemplo Raúl no hablaba inglés o sea, se preparó un poquito con el idioma, se aprendió los diálogos pero tenía una capacidad de interactuar con Sarah Sokolovic, que interpreta a Holly, limitada. También ella era maravillosa y hacía un esfuerzo extra para entenderse con él pero por el plan de rodaje el primer día tienes que rodar mucho dialogo en inglés y es muy fino. Pero fue muy divertido.

En España son muy populares tus trabajos en televisión: has dirigido episodios de series tan populares como Gran Hotel, Herederos, El Comisario o La Señora. La televisión parece un formato en el que te sientes cómodo, ¿es así o prefieres el cine?
Prefiero el cine. Como director, el cine es mucho más agradecido porque en una serie tu capítulo también es una pequeña película, pero formas parte de un entramado industrial donde hay más directores, donde hay una idea común de personajes que se va contando de capítulo a capítulo y tú formas parte de ese puzle, pero hay menos autoría, menos marca personal.

A mi hay algo de la tele que me gusta y que a la vez hace que me guste el cine mucho más y es que la tele es muy inmediata. Tienes mucho menos tiempo para preparar, para rodar, para post producir y hay veces que terminas de rodar un día y a las dos o tres semanas están emitiendo el capítulo acabado con su música, con sus montajes, con sus efectos digitales. Entonces eso es estimulante porque te obliga a ejercitar un músculo que te mantiene activo, alerta y es divertido. Es también el contar historias, el dirigir actores y hacer un viaje emocional para el espectador en muy poco tiempo.

A la vez hace que una película sea muy gratificante porque puedes ejercer tu labor de director de una forma mucho más larga, meditada y puedes cuidar todo muchísimo más. Vuelvo a la tele porque me divierte y he tenido la suerte de estar en grandes proyectos, ahora mismo estoy haciendo una serie histórica sobre Carlos V y la verdad es que es precioso y es un regalo poder hacer cosas así.

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