¿Qué piensas acerca de compartir tu casa con un extraño? Para alguna gente esto resulta raro, tan sólo pensarlo les da miedo. ¿Cómo saber que no es el asesino de la catana? Por supuesto, nunca se puede estar seguro al 100%, aunque creo que es bastante improbable que esto ocurra; he crecido teniendo inquilinos extranjeros en nuestra casa y por ahora hemos vivido para contarlo.
Comprobando algunas referencias no tiene por que resultar arriesgado. Desde que mis hijos volaron del nido, he estado alquilando sus habitaciones a huéspedes ocasionales. A menudo estos son amigos de amigos, y debido a las conexiones de mis hijos con España muchos de ellos son españoles. Por supuesto que hay unos beneficios económicos al alquilar una habitación libre en tu casa, pero lo que la gente no se da cuenta es de que hay mucho más que dinero detrás de ello.
Discutimos acerca de sitios buenos para tomar el té en Londres y mis recomendaciones fueron bien recibidas. (…) pero por supuesto, los británicos no salimos tan a menudo a tomar el té fuera de casa, especialmente ahora con la crisis.
Mi última inquilina me la recomendó un vecino y durante su estancia aprendimos mucho unos de otros acerca de nuestras respectivas culturas. Esta vez fue más allá que un simple intercambio de palabras en otro idioma: nuestra Gallega estaba entusiasmada acerca de todo lo británico y no se quejaba mucho del tiempo, como venía de Galicia, estaba acostumbrada a la lluvia.
Mi suposición de que todos los españoles beben café resultó ser errónea, ella era más que una fan del té inglés. Mientras yo la introducía en la gran variedad de infusiones de menta, ella me sugería que probase el Lady Grey. ¿Quién me iba a decir a mi que me iba a aficionar a un nuevo té hablando con una española? Le comenté sobre el debate que tenemos los ingleses sobre echar primero el té o la leche? Nosotros decimos ser “miffy o tiffy”. Yo soy definitivamente tiffy, la leche siempre después. Lo más importante, creo, fue cuando le enseñé la importancia de usar una tetera apropiada, en lugar de una bolsa de té en una taza. La tetera le da más espacio al té para infusionar y se vierte en la taza cuando la temperatura es perfecta.
Discutimos acerca de sitios buenos para tomar el té en Londres y mis recomendaciones fueron bien recibidas. La National Portrait Gallery se llevó la mayor puntuación en el ranking, pero no para el té; The Wolsely resultó un éxito para el ambiente y el buen servicio. Otros de mis favoritos son The Goring, The Lanesborough y The Milestone Hotel, pero por supuesto, los británicos no salimos tan a menudo a tomar el té fuera de casa, especialmente ahora con la crisis.
Por eso, yo quería enseñarle lo importante que es la hora del té en una casa, una experiencia más tradicional y menos “posh” que la de tomar el té en un hotel elegante. La invitamos a que ser uniera a nosotros a las cuatro en punto enfrente de la chimenea, en la sala de estar, justo dónde y cuando ha de servirse el té en los oscuros días de invierno.
Para mi, la crema se echa en primer lugar, ya que sustituye a la mantequilla y es más fácil de untar encima la mermelada, no al revés.
Aunque es algo común en nuestra casa, ella seguía hablando de la experiencia durante días, sobre todo porque Rick, mi panadero oficial de bollos y marido, le dió una lección de cómo hacer un bollo inglés perfecto. Se quedo sorprendida de lo rápido y fácil que es. Le hablamos de Delia Smith (http://www.deliaonline.com/), la creadora de nuestra receta favorita, explicando su importancia en la historia culinaria británica. El cuso de cocina de Delia fue emitido por capítulos en la TV en 1978 formando una generación de cocineros jóvenes, a quienes nos enseñó cómo hacer platos tradicionales británicos partiendo de cero. Le aconsejé que los “scones” siembre deben de estar recién hechos y nunca se deben de recalentar en el microondas, ya que los pone menos esponjosos, pero si tostar un par de días después de hechos, si es que ha quedado alguno. El tamaño también es importante. Si es demasiado pequeño no tiene espacio suficiente en el interior y si son demasiado grandes se hacen difíciles de manejar y ¡encima te quedas sin hueco para el pastel!
Nuestros “scones” caseros eran, por supuesto, servidos con crema y mermelada y le contamos a nuestra huésped otro de los debates acerca del orden al servirlos. Para mi, la crema se echa en primer lugar, ya que sustituye a la mantequilla y es más fácil de untar encima la mermelada, no al revés. Me llené de orgullo al decirle que la mermelada la había hecho yo con grosellas que habían crecido en mi huerta. Así aprendí dos palabras nuevas en castellano (grosella negra y huerta) y ella descubrió tres cosas nuevas: qué tipo de bayas (grosellas) hay, lo ricas que pueden ser y como los londinenses podemos cultivar nuestra propia comida en el espacio urbano.
Volviendo a cómo descubrimos como se hace la tortilla perfecta. Ella nos dejo claro, que necesitas usar una sartén llena de aceite, lo cual asusta un poco si no estás acostumbrada. Yo había hecho tortilla muchas veces anteriormente, pero nunca conseguía hacerla poco hecha, por miedo a que se me rompiera en trocitos. Ella me enseñó que la tortilla es como una religión: la sartén de hacer tortillas no se debe de usar para otras cosas.
Al parecer, durante la ocupación francesa de España, en 1808, los franceses agotaron todas las patatas, y los españoles tuvieron que conformarse con la tortilla hecha con huevo sólo o con otras verduras.
También aprendí que cada familia tiene su propio método. Me explicó que su madre suele añadirle calabacín (una nueva palabra para mi) para incluir más verduras al plato, y que si lo pelas antes nadie lo notará. Me sorprendía ver como cocinaba tranquilamente, ya que yo siempre encontré muy estresante el cocinar con tanta cantidad de aceite de oliva caliente, sin mencionar el trauma de dar la vuelta a la tortilla. Sin embargo ella cocinaba mientras charlábamos, como si estuviera haciendo una receta de diario, ya que es algo cotidiano para ella, mientras que yo me enfrento a hacer la tortilla sólo en ocasiones especiales. Gracias a esta capacidad de cocinar y hablar al mismo tiempo aprendí también sobre el origen de la tortilla francesa. Al parecer, durante la ocupación francesa de España, en 1808, los franceses agotaron todas las patatas, y los españoles tuvieron que conformarse con la tortilla hecha con huevo sólo o con otras verduras.
Así que, por fin he superado mi miedo a hacer tortilla y nuestra invitada domina ya el arte de hacer “scones”. Por alquilar mi habitación vacía a un huésped, he ganado más que un dinero extra. Y ella tuvo algo más que un sitio donde dormir. Aprovechamos al máximo el habernos conocido por la coincidencia de tener amigos en común y nuestras circunstancias económicas. Creo que no podría tener a nadie en mi casa sin pagar. No siempre es fácil tener un extraño en casa, así que el beneficio económico es importante. Pero siempre es satisfactorio cuando un arreglo práctico se convierte en una experiencia divertida y enriquecedora. Esta vez he aprendido mucho acerca de España y la cultura española. ¿Quién sabe lo que me va a enseñar el próximo inquilino?
——————
Texto traducido por Carolina Núñez