No es que sea una nueva estética de escaparatismo, es que la crisis económica se ha cebado -y sigue haciéndolo día a día- con los locales comerciales de la ciudad, que no han tenido más opción que la de poner fin a sus actividades, fruto en muchos casos de la paralización del mercado. Como consecuencia de este hecho, los ciudadanos se han convertido en espectadores obligados a presenciar un horizonte de ruina y desamparo que reina allá donde se dirijan sus pasos.
No es que sea una nueva estética de escaparatismo, es que la crisis económica se ha cebado -y sigue haciéndolo día a día- con los locales comerciales de la ciudad, que no han tenido más opción que la de poner fin a sus actividades, fruto en muchos casos de la paralización del mercado. Como consecuencia de este hecho, los ciudadanos se han convertido en espectadores obligados a presenciar un horizonte de ruina y desamparo que reina allá donde se dirijan sus pasos.
Ningún núcleo urbano se libra, ni siquiera aquéllos más céntricos cerca de los cascos históricos que en su día supusieron un alto porcentaje de la actividad comercial de las ciudades. Tanto negocios de toda la vida como tiendas pertenecientes a nuevos propietarios están sufriendo la desaceleración económica.
“Crack” es una serie de fotografías de la ciudad de León, que muestra un paisaje extrapolable al de cualquier ciudad española, y que pretende ser la constatación tangible de la existencia de la crisis a golpe de vista.
El proyecto se ideó meses atrás, durante una primera etapa de observación y paseos itinerantes por la ciudad. A partir de este paso y ante la cantidad ingente de locales repartidos por todas las zonas, se decidió que el proyecto final contuviese cien fotografías, todas realizadas en el mes de febrero de 2013. Nunca se concibió con la intención de que fuese un censo catastral de establecimientos clausurados, sino que por un lado debía tratarse de una representación veraz en espacio y tiempo de los locales fotografiados y por otra parte debía ser una representación simbólica de todos los negocios españoles que en los últimos años han tenido que poner fin al sueño que una vez les llevó a emprender.
Lo que un día fueron vitrinas coloridas y brillantes con anhelados objetos y carteles fluorescentes, hoy han pasado a ser cortinas de ceniza sucesivas, grises y raídas, asaltadas por carteles publicitarios superpuestos a medio desgarrar, y con señales de embestidas y atentados en sus cerraduras.
Un panorama de depresión progresivo transforma zonas de gran actividad comercial en barrios pletóricos de suciedad, ruina e insalubridad. Quién sabe si quizás estamos sólo a un paso de convertir el nuestro en El País de las últimas cosas de Paul Auster.