Rubén Darío viajó a Andalucía en 1902 buscando luz, intentando sacudir la melancolía que acechaba bajo las nubes de París. Tenía apenas 35 años, pero su desarraigo familiar, su infancia difícil como niño superdotado y su madurez precoz se habían convertido en una carga demasiado pesada. El cansancio y la tristeza había degenerado en depresión y alcoholismo: el sol parecía la única medicina posible.
Rubén Darío buscaba la belleza en los paisajes y en las palabras. La melancolía de Darío coincidió con la crisis existencial que surge cada fin de siglo, lo que propició esta vez el nacimiento de un nuevo lenguaje en el que la forma prevalece sobre el fondo. Fue uno de los máximos representantes del modernismo: su voz representaba la nostalgia de un pasado que ni siquiera había existido.
Sus crónicas sobre este viaje fueron publicadas en el diario argentino La nación, y más tarde recopiladas en el libro Tierras Solares. Se intercala la visión de una Andalucía costumbrista y de tradición oriental, como él siempre se había imaginado, con el descubrimiento de una región a la que también estaba llegando el progreso. Darío nos habla de la tristeza andaluza, que encontró reflejada en el flamenco y el cante jondo: profundiza en el carácter de una tierra que sólo había sido conocida por sus tópicos.
Las palabras de Darío parecen refugiarse en playas, en las calles; su estado de ánimo fluctúa dependiendo de la luz solar. Laura Hojman, arropada con la fotografía de Jesús Perujo y la música de Pablo Cervantes nos ha narrado un viaje físico, pero también espiritual: al igual que en las crónicas de Darío, en este documental el poeta se funde con el paisaje, sin que ninguno de los dos dejen de brillar.
Crónicas Solares será proyectada en Edimburgo el 25 de abril a las 12 pm en el Teviot Lecture Theatre (Doorway 5).