Miguel Laino, me recibe en su casa-estudio en el suroeste de Londres. Reina el silencio y el orden. Me cuenta que está intentando estar lo más desconectado posible de las tecnologías y llevar una vida muy tranquila para concentrarse en lo importante: encontrarse a sí mismo y crear.
Nunca se visitan suficientes galerías y museos. Nunca sobra conocer nuevos artistas, o nuevas técnicas… jamás está demás una conversación sobre creatividad o sobre arte.
Aún así, a veces pasa que se quiere abarcar tanto, y ver tanto, que nos empapamos de cantidad y no de la esencia de cada uno de los artistas. De la forma de proyectar su talento, su sensibilidad y su creatividad. A veces ellos también se olvidan de su afán primigenio de crear, llevados por una marea a veces clara, a veces fangosa, llamada “el mundo del arte”; y proyectan en sus conversaciones una imagen errónea de lo que en realidad su obra representa.
“Háblame de tu obra” les pedimos. Y yo me los imagino en una tabla pequeña, flotando en un lago gigante, con las manos abrazando sus rodillas y temblando de frío. “¿Qué es mi obra?” Por eso muchos inventan un discurso y lo repiten, otros improvisan algo rápido con mucho vocabulario técnico, otros esquivan la pregunta…
A lo largo de los años he aprendido que un artista solamente habla de su obra cuando está hablando de sí mismo. Son una sola cosa. Amalgama inseparable e indestructible. Por lo tanto, un artista no habla de su obra como algo independiente y no la puede explicar desde un punto de vista objetivo. Al menos, no todos los artistas.
Miguel Laino, me recibe en su casa-estudio en el suroeste de Londres. Reina el silencio y el orden. Me cuenta que está intentando estar lo más desconectado posible de las tecnologías y llevar una vida muy tranquila para concentrarse en lo importante: encontrarse a sí mismo y crear.
“No sé qué decirte de mi obra, no hay explicación para ella. Espero que sepas comprenderlo”.
Su obra está llena de contenido, de matices, de pensamientos que se transforman… Puede tener mil explicaciones distintas. Se trata de una obra muy joven, ya que Laino lleva solamente cuatro años pintando… pero él es un artista desde siempre. Estudió moda en Central Saint Martins, y después de trabajar con importantes diseñadores decidió que ese no era su camino. Se descubrió a sí mismo visitando primero una exposición de Georg Baselitz en la Royal Academy de Londres y más tarde una de Francis Bacon. Decidió que quería pintar y que iba a aprender desde ya. Es curioso que fuese con Bacon; a él le pasó lo mismo en una exposición de Pablo Picasso. Así comenzó a pintar. Francis Bacon tardó diez años en descubrir su traza y estilo.
Tengo mucho que observar y experimentar para poder descubrirme. Cometo muchos errores de los que no dejo de aprender
Miguel me cuenta que no se siente del todo conforme todavía. “Tengo mucho que observar y experimentar para poder descubrirme. Cometo muchos errores de los que no dejo de aprender”. Sin embargo, su pintura ya refleja una línea clara de figuración, simplicidad en los espacios, paleta oscura de colores confrontada a veces con un rojo, o un amarillo que desequilibran la pieza y las la llena de intriga. Esta tendencia se ha ido transformando poco a poco y en sus últimas piezas observamos más combinaciones y contrastes. Puede que en el tiempo que tome para descubrirse a sí mismo cambie radicalmente de técnica, de paleta o detalle más sus espacios; pero el suspense que genera su obra, eso que hace que no puedas retirar los ojos de ella, seguirá estando ahí, porque ese es su punto. El detalle por el que Miguel Laíno ya es un buen artista.
Si el detonante de su cambio radical de carrera fueron esas dos exposiciones, muchas cosas han cambiado desde entonces. La pintura de Miguel Laíno poco tiene que ver con la violencia contenida de Francis Bacon. Él prefiere la aventura y la libertad. Prefiere inspirarse en modelos más sensibles. Muchas veces mujeres, ya que según él, las mujeres son más sinceras con sus creaciones. Así, artistas como Marlene Dumas o Dana Schutz están presentes en la energía de la obra de Miguel.
Los retratos y paisajes de Wilhem Sasnal también han tocado su sensibilidad de manera visible. Es uno de sus artistas preferidos. En común tienen ese halo de intriga; una atmósfera que esconde secretos y no te deja pasar de largo. Aunque Miguel ha ido un poco más allá y ha querido ser más incisivo en la tensión generada. Sus figuras tienen a veces posturas imposibles y parecen estar siempre solas, aunque estén en grupo. No cruzan miradas, no interactúan. Además, dentro de la figuración de Laíno hay una tendencia abstracta que despoja en ocasiones de rostro u otras partes del cuerpo a sus personajes. Diluye gestos o posturas en pinceladas gruesas generando mucho movimiento, frescura y libertad.
Laíno pinta con toques rápidos y espesos. No hay demasiada reflexión en cada trazo, quizá para que fluya la imaginación y no dejar que ninguna inseguridad cree interferencias en el proceso creativo. La reflexión es anterior. Cuando le pregunto por sus imágenes, más bien aleatorias, sin tema explícito, no se muestra muy concreto: “Vienen, de repente”. Más tarde me explica que está continuamente mirando fotos en revistas y libros y hace también sus propias fotografías. Recorta, hace collages, las mueve y juega con distintas colocaciones. Sus ojos, ávidos y aventureros se inundan de imágenes y sensaciones. Después descansa. “Es cuando me despierto cuando la imagen viene; son ellas las que me buscan a mi”. Y por la mañana, muy temprano, empieza a trabajar.
¿Qué es lo que hace artista a un artista? Según Joseph Beuys toda actividad humana requiere creatividad y por lo tanto todos somos artistas.
Sus figuras tienen a veces posturas imposibles y parecen estar siempre solas, aunque estén en grupo. No cruzan miradas, no interactúan.
Puede que solamente unos pocos hayan sabido explorar su yo artístico, y todavía menos los que han tenido la valentía de perseguirlo y sacarle partido. Después de mi charla con Miguel, de ver sus pinturas y de descubrir sus procesos de creación, me queda aún más claro, que los artistas crean como forma de vida y de ser. Es algo innato. Que su trayectoria como profesionales está siempre ligada a la experiencia y al trabajo duro. Y que aunque incomprendidos muchas veces, los artistas son los que muestran al futuro el pensamiento y la sociedad de su tiempo.
Miguel Laíno es de un pequeño pueblo de la provincia de Huelva y vive en Londres desde el 2001.
Su obra se ha podido ver tanto en Reino Unido como en España:
– James Freeman Gallery (Londres)
– «Continental Shift» Saatchi Gallery (Londres)
– Individual en Galería Yusto/Giner (Marbella)
– Griffin Gallery (London)
– «Painted Faces» Saatchi Art Showdown Finalists’ Exhibition (Ganador primer premio)
– One-to-Watch artist en Saatchi Art.
Desde Brit-Es le damos la enhorabuena y le auguramos una excelente carrera artística.
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Web de Miguel Laino: www.cargocollective.com/miguellaino