Sólo se necesitan unos segundos para saber que vas a ver algo grande, una historia que trasciende y que no dejará a nadie indiferente. Carlos Vermut, ilustrador, historietista y con solo 35 años, se destila como un joven Buñuel contemporáneo. Sin prejuicios, generoso, un cineasta de raza y con una creatividad tan infinita que abruma. En ‘Magical Girl’, ganadora de la Concha de Oro a la mejor película y Concha de Plata a la mejor dirección en la pasada edición del Festival de San Sebastián, nos regala primeros planos que recuerdan al mejor Wes Anderson, cenitales y desde arriba.
De ‘Magical Girl’ una pide la precuela, una pide la secuela, una pide cientos de cortometrajes para ver lo que se esconde tras cada puerta que se cierra, una quiere ser una voyeur de las historias que se ocultan tras los personajes
La perfección de la simetría sobre la que se desvelan los objetos y se destapan los personajes son rasgos de los grandes directores, siendo éste su segundo largometraje uno piensa ¿qué será lo próximo? ¿podrá superarlo?, añorando que sea cierto, que sea verdad, que sea posible que en el cine español haya todavía un hueco para autores con nombre y personalidad propia, realizadores con un sello delicado, con marca, que hacen de sus películas un acontecimiento de arte y de reencuentro con las butacas.
De ‘Magical Girl’ una pide la precuela, una pide la secuela, una pide cientos de cortometrajes para ver lo que se esconde tras cada puerta que se cierra, una quiere ser una voyeur de las historias que se ocultan tras los personajes y que deja al espectador inquietante, perturbado y rabioso, donde sólo le queda jugar con su imaginación para discernir la vida que se atropella, que se desborda como un acantilado de emociones a lo largo de toda la cinta y en cada una de las tres historias que se entrecruzan en un único hilo conductor: el insano y demente amor.
Se nos presenta un juego de magia, un truco del pasado que marca el futuro y el desenlace entre un profesor y su alumna, cuyos papeles se invierten y desaparecen dando paso a lo que se nos advierte como un dramón con una niña terminal y su padre, un profesor de literatura en paro. Pero nada es lo que parece y cuando te preparas para el llanto y la lágrima fácil, el último deseo de la pequeña, poseer el vestido de una famosa serie animada japonesa, se convierte en el centro de las desventuras de este relato enigmático, profundo y angustioso.
Más allá del detalle, de la minuciosidad de la narración fuera de los cánones establecidos, están las interpretaciones de sus actores, una femme fatale Bárbara Lennie que dejaría a Christian Grey sin una sola sombra, donde sus cicatrices invisibles te atraviesan.
Un José Sacristán que a lo largo de toda la cinta busca la pieza que le falta a su rompecabezas, construyendo un personaje lleno de fragmentos de amor y odio, soberbio, magno, como siempre excepcional.
Un José Sacristán que a lo largo de toda la cinta busca la pieza que le falta a su rompecabezas, construyendo un personaje lleno de fragmentos de amor y odio, soberbio, magno, como siempre excepcional. Sin olvidar a quién se descorcha como la gran sorpresa, Luis Bermejo, que interpreta a un impávido profesor en paro, rehén de una sociedad decadente llevado por la desesperación de un porvenir cruento como la crónica de un abismo ya anunciado. Y por último, la luz, la magia de esta cinta difícil de clasificar, Lucía Pollán, donde una mirada suya llenaría cualquier sala y cuyo papel trasciende a toda la trama.
‘Magical Girl‘ es un cuento de amor cruel que, como dice la canción de Manolo Caracol que pone banda sonora a esta joya, “la luna te besa, tus lágrimas puras, como una promesa de buena ventura”. Carlos Vemut nos ofrece la salvación de ese cine español que te besa, que te llega al alma, que nos acuna y nos perfora.
El pasado jueves 24 de septiembre pudimos verla en Londres, en el Ciné Lumière y dentro de la programación del London Spanish Film Festival. Ha sido, sin lugar a dudas, ‘la joya de la corona’ de esta edición.