No es difícil adivinar el elenco de artistas españoles que podemos encontrar en la Tate Modern de Londres. Los británicos se han mostrado interesados sobre todo por las tendencias de la vanguardia española, primando el surrealismo y el cubismo. Actualmente podemos admirar la obra de los siguientes artistas:
Tate Modern. El museo de arte contemporáneo más renombrado del Reino Unido, en Europa, y uno de los más importantes del mundo. Desde el año 2000, la Tate alberga una colección valiosísima de artistas contemporáneos y periódicas exposiciones temporales que combinan calidad con un agudo programa de marketing.
Todas las mañanas, a excepción de navidad, la Tate abre sus enormes puertas, que una vez fueron las de una sala de turbinas de una central termoeléctrica, para mostrar al mundo las últimas tendencias y los ya clásicos dentro del mundo del arte contemporáneo.
El museo se divide en grandes salas de techos altos que se transforman según los distintos proyectos del equipo curatorial. La colección permanente está en continuo cambio y a menudo los visitantes preguntan por alguna obra que estaba hacía años… “Recuerdo un enorme Warhol aquí…” Y ahora en su lugar está una magnífica obra de Louise Bourgeois.
Parte de responsabilidad de la compra para la colección del museo fue del director español que tuvo Tate Modern desde 2003 hasta 2010. Vicente Todolí, quien trabajó de manera concienzuda para atraer al gran público al museo. Y lo consiguió batiendo records de visitas en el 2008 y además continúa colaborando como comisario en exposiciones temporales. Trabajó también para el MACBA de Barcelona y SERRALVES de Porto (Portugal).
No es Todolí el único español que dejó huella en Tate Modern. Iria Candela, de Galicia, recién trasladada al Metropolitan de Nueva York, fue comisaria en las exposiciones de Roy Lichtenstein (2013) y Malevich, todavía visitable.
Y en un museo de tal magnitud y que presume de contar con la representación de los grandes maestros contemporáneos del mundo, no es difícil adivinar el elenco de artistas españoles que podemos encontrar. Los británicos se han mostrado interesados sobre todo por las tendencias de la vanguardia española, primando el surrealismo y el cubismo. Actualmente podemos admirar la obra de los siguientes artistas: Aunque francés de adopción desde 1904, Pablo Picasso es y será siempre uno de los mayores abanderados del arte español. La Tate ya le dedicó varias exposiciones temporales; la última, en la Tate Britain en 2012 donde investigaron su influencia en el arte británico. En la Tate Modern nos encontramos con ocho obras del maestro dedicadas exclusivamente a la mujer. Es de sobra conocida su especial predilección a la representación del cuerpo y las facciones femeninas. La segunda planta cuenta con un total de seis obras. Bustos y retratos de cuerpo entero que van desde finales del los años veinte hasta finales de los sesenta. Podemos apreciar así una evolución gradual donde varían formas, temas y colores. “Las tres bailarinas” o “La danza”, pieza de las más conocidas del autor, realiza un acercamiento claro al surrealismo, en auge en durante los años veinte. Se trata de tres figuras en movimiento rocambolesco y frenético que arrasa de raíz con el estilo más decorativo que llevaba en su etapa anterior. Muchos sitúan esta obra como una metáfora de su frustración sentimental del momento y la representación gráfica del triángulo amoroso en el que se encontraba. Es una obra violenta que invita a un análisis por partes. De hecho, justo delante de ella, el equipo de Tate ubicó un banco bastante grande. No son pocos los visitantes que pasan buena parte de su día admirando la obra. “La mujer que llora”, una de mis piezas favoritas de todo el museo, muestra un rostro roto de dolor. Se trata de la última y más elaborada obra de una serie de bustos de mujeres en llanto. Esta serie fue una continuación natural al inmortal “Guernica”, donde Picasso ya no mostraba los desastres de la guerra de manera general, sino en detalles del dolor humano, que es, al final, la verdadera tragedia. En la cuarta planta encontramos obra de un periodo anterior. El cubismo más puro, donde compartía estilo e ideas con Braque y Juan Gris. Tenemos un busto de mujer esculpido y un retrato en lienzo. El color y las siluetas nos enseñan también sus influencias africanas. Es aquí donde vemos esa vena temperamental e innovadora que rompió las reglas del arte de vanguardia. El genio surrealista Salvador Dalí tiene tres obras actualmente expuestas en la colección permanente del museo; en la segunda planta. Son las tres de la segunda mitad de los años treinta y excelentes ejemplos de su periodo más simbolista que nos muestran vivamente la inagotable imaginación del pintor. “Canibalismo otoñal” es una obra cruda y delirante. Vemos lo que parecen dos personas, encima de una mesa de comedor, abrazados y besándose con los utensilios de comer en las manos. Hace relación a la masacre de la recién empezada guerra civil en España. Se aprecia también en el paisaje castellano de fondo y en la manzana encima de una de las cabezas, en alusión a la leyenda suiza de William Tell, en la que un hombre se ve forzado a disparar una manzana encima de la cabeza de su hijo, para intentar salvar la vida de ambos. La increíble “Metamorfosis de Narciso” también está expuesta actualmente y es de visita obligada. Relata la conversión de Narciso en flor y representa en la naturaleza de fondo a todas las amantes a las que ha partido el corazón con su egoísmo. “El lago de la montaña” es una clara muestra de cómo Salvador Dalí podía contar mil historias en un mismo cuadro. Este lago en forma de pez tenía mucha carga personal para él. Fue un lugar íntimo de sus padres cuando perdieron a su primer hijo, también llamado Salvador. El teléfono con el cable roto lleva a las conversaciones telefónicas que mantenían Hitler y el primer ministro británico. Hubo en Tate Modern hace apenas tres años, una gran retrospectiva de Miró que coincidió con el ochenta aniversario de la proclamación de la II República Española. Fue una exposición muy bien recibida que viajó a Nueva York y Barcelona posteriormente. El comprometido artista catalán también tiene sus obras en la segunda planta del museo. Una pintura y dos esculturas, reconocibles al primer vistazo. Es una de las características de este autor. Sus colores y formas son indiscutiblemente genuinos. “Pintura” es una obra regida por los principios surrealistas. Miró dejó libre su imaginación y creatividad, y creó figuras de manera automática dejando que su inconsciente hablase. El fondo azul simboliza los sueños en su obra. Durante este período estaba muy ligado a André Masson y fue muy prolífico con el movimiento surrealista. Más tarde rompió con ellos aunque siguió usando muchas de sus técnicas. “Mujer”, escultura del año 1949, es un bronce moldeado en forma de pirámide con pequeñas protuberancias que serían la cabeza y los brazos. Miró usó en numerosas ocasiones la forma triangular como representación femenina. “El equilibrista” es una curiosa escultura de los últimos años de producción del artista. Está realizada con desechos encontrados en una fundición y muestra ese espíritu aventurero e innovador que no perdió con los años. Tenemos en la cuarta planta, cerca de las obras cubistas de Picasso, una escultura del renombrado escultor catalán. Se trata de un bronce titulado “El túnel” de 1933. Sus esculturas son ligeras, gracias a la técnica del oxicorte, que aprendió trabajando en una fábrica automovilística durante la primera guerra mundial. La abstracción fue constante en toda su carrera y sus formas tendieron hacia el cubismo por su proximidad a Picasso. El artista canario y cofundador del grupo “El Paso” tiene también su sitio en la cuarta planta del museo. Se trata de una sola obra, pero con tanta presencia que no pasa desapercibida. Se llama“Pintura 150” realizada en el año 1961. Usa distintos materiales como cuerda y tela, los apelmaza y genera una amalgama cruda y particular. Realiza este tipo de collages desde 1954 y los acompaña de unos colores bastante oscuros y uniformes. Aunque actualmente solamente tenemos estos cinco artistas como representación española, estuvieron también en algún momento Tàpies y Juan Muñoz. Lo que nunca hubo, fue una artista española. No hay representación femenina española en las salas de la Tate Gallery. No se les puede culpar demasiado ya que, como ya nos hemos dado cuenta, la representación femenina en la historia del arte español no abunda demasiado. Quizá en unos años esto cambie y en Brit Es podamos escribir un nuevo artículo sobre la Tate y sus artistas españolas.