La Spanish Theatre Company nos ha demostrado que el teatro de Poncela no sólo puede brillar en otro idioma, sino también en otro tiempo, interpretado por una nueva generación de actores. Entre estos, destacó el trabajo de Lana Joffrey en el papel de Clotilde, Sergio Maggiolo en el papel del viejo y fiel sirviente Dimas, Simon Rodda como Fermín, el joven mayordomo al borde de un ataque de nervios, Paula Rodríguez haciendo de Micaela, con sus inseparables animales de compañía, y Blake Kubena en el papel del apuesto tío Ezequiel. Estaremos muy atentos a los próximos proyectos de la compañía, después de una noche nada convencional, preguntándonos quién sería Eloísa y riendo sin parar.
El título de la obra más popular de Jardiel Poncela, nos trae a la mente una imagen bucólica, algo aburguesada. Una joven somnolienta en un jardín de primavera, bajo un árbol en flor… Lo que no sospecha el espectador hasta el final de la obra, es que el título haga referencia al lugar donde un cadáver ha sido enterrado o que esa joven de la imagen haya sido víctima de una familia de lunáticos y de un sistema de clases en el que las apariencias sociales se contradicen con la verdad.
Esta dualidad del título, entre la alegría liviana y las neurosis más siniestras de la alta burguesía, está presente en toda la obra, en un argumento que hila las vicisitudes de dos sagas familiares, la inocencia luminosa del primer amor, los enredos tradicionales del género de los errores y los primeros atisbos de un situacionismo grotesco, precursor del teatro del absurdo.
Íbamos a ver una lectura de la obra pero la propuesta de la Spanish Theatre Company superó con creces nuestras expectativas, con una puesta en escena con múltiples capas de acción y un elenco joven y carismático dirigido con pericia por Jorge de Juan.
Durante el prólogo, que transcurre en el interior de un cine castizo, una proyección daba vida al fondo del patio de butacas, interactuando con los actores sobre el escenario. Así, el público (nosotros) mirábamos a un público (proyectado) mirando y admirando a otro público en las primeras filas de su cine madrileño: dos damas aristocráticas y extrañamente contradictorias acababan de hacer su entrada causando estupor.Para la apertura del primer acto, una voz en off narraba la hilarante descripción de la casa de los Briones, mientras la mano del ilustrador Ángel Haro, iba dibujando con destreza un espacio imposible, abigarrado de muebles, reliquias y cachivaches para nuestro deleite y subsecuente dolor de mandíbula.
Nos preguntábamos cómo sonaría Poncela traducido al inglés y aquella también fue una sorpresa muy grata, de hecho, hay cierta impasibilidad en su humor, afilado e inteligente, que es fácil de trasladar culturalmente a la tradición británica, por no hablar de su predilección por los personajes excéntricos.
La Spanish Theatre Company nos ha demostrado que el teatro de Poncela no sólo puede brillar en otro idioma, sino también en otro tiempo, interpretado por una nueva generación de actores. Entre estos, destacó el trabajo de Lana Joffrey en el papel de Clotilde, Sergio Maggiolo en el papel del viejo y fiel sirviente Dimas, Simon Rodda como Fermín, el joven mayordomo al borde de un ataque de nervios, Paula Rodríguez haciendo de Micaela, con sus inseparables de de compañía, y Blake Kubena en el papel del apuesto tío Ezequiel. Estaremos muy atentos a los próximos proyectos de la compañía, después de una noche nada convencional, preguntándonos quién sería Eloísa y riendo sin parar.