El mestizaje y arrebato de Concha Buika cierran su gira mundial Vivir Sin Miedo en el Eventim Apollo de Londres

Buika Londres 2016 © Alfredo Ezquerra
Buika Londres 2016 © Alfredo Ezquerra

“Este es el último concierto del año y hoy hemos venido aquí para disfrutar”. Con estas palabras, Concha Buika despedía ante el público londinense su gira internacional ‘Vivir sin miedo’, que a lo largo del 2016 ha llevado a la cantante mallorquina por todo el mundo, clausurando un año cargado de grandes éxitos para la cantautora. El broche de oro lo ponía el pasado martes con su aclamado concierto en el Eventim Apollo de Londres, una de las ciudades para ella más importantes, según nos confesó hace pocos días en su entrevista con Brit Es Magazine.

Fotos © Ricky Vigil Morán

Ante el reclamo de un público ansioso por recibir a la artista, Buika salió al escenario dando comienzo a la actuación con altas dosis de reggae y sonidos africanos entremezclados; eso sí, con los dejes flamencos que siempre llevan impresas sus melodías vocales. Respetando inicialmente el orden de su último álbum, ‘Vivir sin miedo’, lo primero que sonó en el precioso palacio de conciertos art decó fue su canción homónima y, a continuación, la nominada a los Grammy Latinos ‘Si volveré‘. Con esta última, Buika compite una vez más por el galardón de música iberoamericana, en esta ocasión junto a Pablo Alborán en la categoría de mejor grabación del año.

Cuando el ambiente comenzaba así a entrar en calor, intensa y penetrante, Buika echó mano de su habitual catálogo de canciones para dejar fluir su lado más pasional con ‘Loca’, que se fundió con una efusiva versión del legendario tango ‘Nostalgias’, arrancando los silbidos y aplausos del público. La parte más flamenca del recital fue protagonizada por ‘No habrá nadie en el mundo’, junto a ‘Te camelo’. A pesar de que los ritmos más jamaicanos o latinoamericanos – Siboney- sientan estupendamente a su voz rasgada, de color afro y educada en la multiculturalidad, es cuando aparece esa Buika más emotiva y flamenca cuando parece que más levanta a los asistentes. Sin embargo, la dulzura propia de canciones como ‘Volverás’ o ‘Mi niña Lola’, que el público pidió insistentemente, tornó en esta ocasión en la desmesura de una interpretación arrebatada e incluso exacerbada.

Concha Buika se lanzó a la improvisación y al scat engrandeciendo las canciones, buscando nuevos diálogos y apoyándose en los músicos para encontrar nuevos caminos en los que transitar, abriendo más, si cabe la pluralidad de estilos musicales. Sin embargo, y al contrario de lo esperado, el repertorio que ofreció la artista tan solo presentó una pequeña muestra de sus nuevas composiciones, las cuales han supuesto un viraje contundente en su trayectoria musical hacia nuevos sonidos más experimentales y menos anclados en el folclor y la música tradicional de habla hispana.

Acompañada por una formación de cinco músicos que sonaron especialmente bien empastados, a pesar de que no les acompañó un sonido de sala excesivamente favorable, Buika decidió relegar de momento los sonidos procesados de su décimo trabajo de estudio al formato digital, manteniendo su directo libre de efectos e instrumentación electrónica, como las cajas de ritmo de ‘Cidade do amor‘ o ‘Good men’.

Con ‘Jodida pero contenta’, el público decidió definitivamente rendirse a la música y sumarse a los contoneos de Concha Buika sobre el escenario, acercándose para bailar al ritmo de los flecos de su vestido blanco y de la acelerada percusión que transformó el pulso original de la mayoría de las canciones. Con palmas al son de la música y vítores en todos los idiomas se despidió la cantante hispano-guineana de la capital británica.

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Fotos © Alfredo Ezquerra

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