No hay muchas oportunidades de contemplar esos retratos de Caroline en directo. Hay pocos y están en colecciones privadas. Por eso, si estás en Londres tienes una oportunidad única para ver la exposición ‘Girl’ en la galería de la española Pilar Ordovás. Son cuatro obras en óleo, tres retratos y un exquisito detalle de uno de sus ojos*. Hay también una vitrina con fotografías de los dos y material de archivo como cuadernos o folletos de exposiciones de la época.
La realidad subjetiva y sutilmente distorsionada de las obras de Lucian Freud resulta siempre enigmática. A veces hasta rara. Me encuentro a menudo visitantes de Tate Britain atónitos, de pie, delante de la mujer del gatito durante varios minutos. En estos años atendiendo al público de Tate tuve varias conversaciones sobre Freud y ya me han espetado adjetivos como escalofriante, aterrador, extraño… Y es que este genio del siglo XX, sabía cómo jugar psicológicamente con el espectador, que al intentar involucrarse en su obra entra en un bucle hipnótico o alienante, provocado por la quietud rígida de sus personajes en su primera época, y por los volúmenes y posturas irreverentes de su época más madura.
Aunque su origen es alemán, nieto del padre del psicoanálisis, se considera un artista británico ya que su vida la pasó en Reino Unido. Su familia supo huir del fatal destino que muchos judíos sufrieron y se instalaron en el barrio londinense de Saint John’s Wood. Nunca fue una persona fácil. Ya de niño lo echaron de varios colegios y no era por mal estudiante precisamente. A pesar de ello, pronto inició su carrera artística recibiendo comisiones y asistiendo a varias escuelas y universidades de Londres.
Freud era al parecer un adicto al trabajo. Pintaba sin descanso durante horas teniendo varios modelos en su estudio en el mismo día. Dicen que era una persona meticulosa y seria en el trabajo y un egoísta empedernido en su faceta personal. Esto es fácil de creer conociendo su afición por el juego, la necesidad constante de compañía y las numerosas y simultáneas amantes que pasaron por su vida. Tuvo catorce hijos con seis mujeres diferentes, todos muy próximos en el tiempo. La artista Lucy Freud y la cineasta Isobel Boyt, por ejemplo, nacieron las dos en el año 1961. Puede que por genes, puede que por tomar ejemplo de la creatividad de su padre, entre esos catorce hijos nos encontramos con escritores, cineastas, artistas, diseñadores gráficos y de moda… Cuando son preguntados por la relación que mantenían con su padre todos coinciden en que a veces estaba y a veces no, que su vida fue con sus madres y que Freud solamente aparecía por ella de puntillas.
Algunas mujeres conocían la existencia de las otras y otras se fueron enterando por la prensa o las habladurías. Eran modelos, alumnas, profesoras… casi siempre mujeres vinculadas a su entorno profesional, ya que su vida fue un elogio a la pintura. Una sumisión total a su creatividad. No existía nada más importante que sus lienzos, los retratos, la investigación y la evolución de su arte… Todas estas relaciones vinieron después de su primer matrimonio con Kathleen «Kitty» Epstein, la modelo por excelencia de las obras de su primera etapa como retratista, y un fugaz segundo matrimonio con Lady Caroline Blackwood, jovencísima escritora heredera de la poderosa marca de cerveza Guinness. El romance con esta última es un punto de inflexión en la vida del artista. Quizá esta experiencia desencadenó todos los devaneos posteriores; toda la inestabilidad emocional, las infidelidades… o quizá ya era así pero hubo un lapsus con ella. El caso es que con Lady Caroline, Freud no tuvo hijos y se dice que fue la única mujer que le rompió el corazón. Después de su separación, no volvió a ser el mismo. Él cambió y su forma de pintar cambió. Se quedó en un estado tan frágil, que incluso Francis Bacon, del que se conocen sus profundas depresiones y su grave alcoholismo, escribió a un amigo comentando lo preocupado que estaba por el artista.
No hay muchas oportunidades de contemplar esos retratos de Caroline en directo. Hay pocos y están en colecciones privadas. Por eso, si estás en Londres tienes una oportunidad única para ver la exposición ‘Girl’ en la galería de la española Pilar Ordovás en Mayfair.
La pareja se conoció en una fiesta cuando ella contaba con apenas 19 años, en 1949. Sus padres se oponían a su relación y un par de años después se escaparon juntos a París donde se casaron. Fue un romance tan apasionado como fugaz. En 1956 ella lo dejó y se mudó a Nueva York. Los retratos que hizo de ella, coloristas, íntimos y subjetivamente realistas causaron revuelo en la época ya que decían que Caroline aparentaba más edad de la que en realidad tenía. Sin embargo, estas pinturas son de una belleza extraordinaria donde contemplamos una implicación muy especial del artista. Mientras que con retratos anteriores la mano del Freud era artífice distante y más bien frío, con posturas pactadas y muchas veces forzadas; en estos retratos, la joven modelo aparece natural, con gestos suaves e involuntarios. A partir de estos retratos, Freud cambió su pincelada. Fue en esta época que empezó a experimentar con líneas más gruesas y cortas jugando con los matices de color para formar sombras y volumen. Su pintura se volvió más dura y subjetiva dentro de una impronta personal única.
No hay muchas oportunidades de contemplar esos retratos de Caroline en directo. Hay pocos y están en colecciones privadas. Por eso, si estás en Londres tienes una oportunidad única para ver la exposición ‘Girl’ en la galería de la española Pilar Ordovás. Son cuatro obras en óleo, tres retratos y un exquisito detalle de uno de sus ojos*. Hay también una vitrina con fotografías de los dos y material de archivo como cuadernos o folletos de exposiciones de la época.
‘Chica en la cama’ y ‘Chica leyendo’ los dos de 1952 están considerados de las obras más bellas y tiernas del artista. Revelan la intimidad y complicidad entre los dos. ‘Chica a la orilla del mar’ es el último retrato que le hizo, fue pintado en una playa de Málaga durante los últimos meses de relación. Ella tiene los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia delante con un gesto melancólico.Quedan muy pocos días para visitarla ya que termina el día 5 de Agosto y las obras volverán a casa de sus respectivos dueños separándose de nuevo. Pilar Ordovás ha querido juntar estas obras en su galería de Mayfair como un gesto de admiración hacia el artista, con el que entabló una buena amistad durante los últimos años de su vida. De hecho, las obras no están a la venta a pesar de ser una prestigiosa galería de segundo mercado.
Pilar trabajaba en Christies cuando conoció a Lucian Freud. Cada vez que se subastaba una obra suya ella lo llamaba para ultimar detalles. Más tarde ella se cambió a Gagosian y después abrió su propio espacio. Nunca dejaron de tener relación. Ella visitaba el estudio del artista a menudo y participó en interesantes conversaciones sobre arte y artistas con él y su asistente David Dawson. Lo describe como una de las personas más singulares que ha conocido. «No hay nadie como él».
La galería Ordovás abrió al público en 2011 y esta es su exposición número 12. Pilar, una de las mujeres españolas más importantes en el mundo del mercado de arte actual, se ha comprometido a elaborar un programa de exposiciones que combine la venta de obra de segundo mercado, con proyectos comisariados de línea museística. Han pasado por el espacio exposiciones con artistas de la talla de Chillida, Giacometti, Calder o Bacon. Una mujer Brit-Es de la que seguramente volveremos a hablar muy pronto.
————–
Web de la galería ORDOVÁS: www.ordovasart.com