Imposible no pensar en lo que se avecinaba mientras asistíamos a este ciclo sobre Cataluña dirigido por Cinemaattic. Todavía estamos conmocionados por la violencia ejercida el pasado fin de semana en Cataluña, y se me hace extraño escribir sobre el cine creado dentro de esas fronteras. Pero es parte de su cultura, de su historia, y quizás sea el momento ideal para mirarlos más de cerca.
En la segunda sesión se proyectó ‘Incerta Gloria’ (2017) película dirigida por Agustín Villaronga, que cierra la trilogía en la que va incluida la mítica ‘Pa Negre’. Basado en el libro homónimo de Joan Sales, el director nos narra una historia dentro de la guerra civil. Porque incluso cuando estamos en guerra, nos seguimos enamorando, levantándonos cada mañana, decepcionándonos. Pero todo dentro de una burbuja con el ruido ensordecedor de los aviones antes de atacar, el limbo antes de convertirse en infierno. No importan los bandos, sino la miseria que lo inunda todo. Villaronga nos habla de obsesiones, de amistades traicionadas, de traumas convertidos en rencor y odio, de la resignación y rabia tras asumir que no habrá final feliz.
El ciclo de cortos que tuvo lugar el sábado comenzó con ‘Cavalls morts’ (2016), dirigida por Anna Solanas & Marc Riba. La brutal realidad de la que muchos prefieren esconderse volvió a golpearnos en la cara. Un niño cualquiera en un país cualquiera (quizás el nuestro, pasado o futuro), huyendo de una guerra que no entiende plagada de caballos muertos.
‘Si no soy, no puede ser’ (2017), de Mario Torrecillas, también nos lleva a la guerra. Esta vez a una de sus consecuencias: los campos de refugiados. Lo inocencia en los dibujos de los niños que crean el relato, contrasta con la dureza de las historias que nos narran. Ojalá los dibujos los ayuden a deshacerse de sus monstruos.
‘Morning Cowboy’ (2017), de Fernando Pomares, dibuja sobre un papel blanco la historia de un hombre que una mañana se viste de cowboy para ir a trabajar. Quizás una llamada a cumplir nuestros sueños y sobrevivir a la rutina. Al final, una felicidad sosegada y nostálgica nos inunda y nos devuelve la esperanza. También hay nostalgia en ‘Luis y yo’ (2016), como en todas las historias vividas en un circo. El viaje de una joven secretaria que deja Liverpool para hacer carrera como actriz en Italia. Por el camino, conoce a un hombre bala y decide quedarse en el circo. La historia, a base de fotografías descoloridas por el sol, como si se tratase de nuestra memoria, reconstruye el álbum de su vida, de cómo envejecieron juntos y afrontan el incipiente parkinson de Louis, que mientras pueda seguirá trabajando como payaso.
‘Graffiti’ (2016), de Luis Quílez, es un apocalípsis nevado. Atrapado en una ciudad vacía tras lo que parece un accidente nuclear, Edgar se encuentra totalmente aislado hasta que un grafiti con un nombre le indican que alguien más está vivo. El relato, protagonizado por Oriol Pla, es un diálogo escrito en las paredes en el que solo vemos a uno de los protagonistas, que aún así consigue transmitirnos toda la esperanza que puede haber detrás de unas letras.
‘Timecode’ (2016), de Juanjo Jiménez, fue el mejor final de esta noche. Ganador de la Palma de Oro al mejor cortometraje y finalista en los Oscar, Jiménez deja claro que los cortometrajes tienen su propio ritmo. Nos mantiene enganchados durante 15 minutos a una historia sencilla pero llena de fuerza y significado. La monotonía de un trabajo insulso y alienante rota por la danza, y la danza como lenguaje que no necesita palabras.
Durante los siguientes días, documentales, recitales de poesía pusieron fin a este ciclo que también se pudo disfrutar en Glasgow. Cataluña, su gente y su idioma a través de imágenes, silencios y palabras. Más atentos que nunca y preocupados por cómo se están desarrollando los acontecimientos, desde aquí Cinemaattic les ha ofrecido un más que merecido homenaje.