Carlos Castán presentó la lectura de El Quijote en Edimburgo

El pasado sábado, gracias a una iniciativa de Vamos Scotland, nos reunimos en Edimburgo para leer fragmentos de El Quijote.

Creo que tenía trece años cuando leí ‘El Quijote’ de Miguel de Cervantes. No entendía por qué esa aversión generalizada a los libros con muchas páginas. Al igual que una tarta de chocolate, cuanto más grande fuera, más tiempo podría disfrutarla. Quizás no pude captar todos los significados, ni todas las ironías, pero sí recuerdo que me reí muchísimo. Lo disfruté desde la tregua que nos regala la infancia, desde esa inocencia que perdemos demasiado rápido. Todavía no lo he vuelto a leer, es una de esas relecturas pendientes que no dejan de retrasarse, pero fui capaz de intuir algún nuevo significado a partir de viejas palabras que quedaron rondando. Y poco a poco reconocí la melancolía del Quijote, los gigantes se transformaron en todos nuestros miedos y la locura del hidalgo caballero en toda esa inocencia perdida, arrancada a pedazos. 

Fotos © Iris Sarvisé Peralta

El pasado sábado 23 de abril y gracias a una iniciativa de Vamos Scotland, nos reunimos en Edimburgo para leer fragmentos de este libro. Para leerlo en inglés, como guiño a Shakespeare y a todos los escoceses que nos acompañaron. Mientas nos íbamos sentando el escritor Carlos Castán nos recibía con sus palabras mientras cogíamos un vaso de vino y comíamos embutido para sentirnos todavía más en casa. Nos contó que hay historias que necesitan ser contadas, que nos desbordan si no las escribimos. Nos contó que lo que llamamos alma no es otra cosa que memoria. Que no somos más, ni menos, que carne que recuerda.

Sus relatos, como los de tantos escritores, son ecos de aquel Quijote. Y la lección que nos dio aquel caballero andante va mucho más allá de la risa inocente de cuando era niña. Carlos Castán nos recordó las palabras de Elena Paniatowska. “el poder financiero manda en el mundo. Los que lo resisten, montados en Rocinante y seguidos por Sancho Panza son cada vez menos”. Quizás deberíamos leerlo de nuevo, y aprender a resistir.

 

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