En la entrega anterior, parece ser que os dejé con ganas de fiesta. Mucha orgía anunciada, mucho naked chef, mucha reina del porn food y al final allí no hubo lío… mucho lilili, poco lalala, ¿no? Dejadme entonces que empiece a calentar motores… Ilustración: David Pazos
En la entrega anterior, parece ser que os dejé con ganas de fiesta. Mucha orgía anunciada, mucho naked chef, mucha reina del porn food y al final allí no hubo lío… mucho lilili, poco lalala, ¿no? Dejadme entonces que empiece a calentar motores… gastronómicamente hablando, porque la verdad es que en esta ocasión sí debo hablar de la verdadera fiesta para los sentidos en que se ha convertido el panorama culinario británico y más concretamente su capital, Londres.
Bien por casualidad, bien por oportunidad, la cuestión es que a partir de finales de los años 90, mis viajes a la capital británica empiezan a ser más regulares y auténticos. Varias de mis mejores amigas estudiaron la carrera allí y en cuanto conseguía ahorrar un poco, aprovechaba y me plantaba en Londres a la menor ocasión. Si antes visitaba Londres como mera turista, ahora empiezo a disfrutar la ciudad de otra manera, descubriendo lugares y barrios que quedaban fuera del circuito turístico. Y de cada viaje me quedaba, como siempre, con lo mejor. Recuerdo haber hecho cola en el primer Wagamama que Alan You abrió en Londres, para tomarme unos noodles de impresión, antes de que el grupo creciese y se expandiese hasta niveles increíbles. Era un concepto totalmente nuevo, comida fresca, de calidad, con un interior muy cuidado y… curiosamente, ¡asequible!
Entre Jamie Oliver y otras figuras como Yotam Ottolenghi, el mediático Gordon Ramsay o Nigella Lawson….con columnas semanales en los periódicos de mayor prestigio o con sus propios programas de televisión, han conseguido llegar al gran público, ese que no se atrevía a poner un pie en la cocina excepto para encender la kettle y prepararse un té.
Cuando mi amiga se mudó a Notting Hill, antes del boom del barrio, recuerdo con especial cariño, visitar The Grain Shop, porque si bien era un local de comida vegetariana para llevar y el comerlo sentada en el banco de la plaza de al lado no era especialmente cómodo, cada uno de sus platos superaba al que hubiese probado en mi anterior visita. Es cierto que no encontrabas habitualmente un sitio donde tomar un menú del día a buen precio y con calidad media como en España, pero tampoco era eso lo que va buscando uno cuando pasa una semana de vacaciones en una ciudad extranjera. Pero el tener amigos residentes allí y tirar de la última edición del Time Out, facilitan enormemente la tarea. Eso y que, mientras mis amigas estaban en clase, tenía tooodo el tiempo del mundo para cogerme el bus, el metro o machacarme andando el centro para buscar el sitio al que quisiese ir, bien porque sirviesen uno de los mejores dim-sum de la ciudad o un verdadero festín vietnamita tirado de precio.
He de decir que he probado antes el cangrejo de caparazón blando en tempura o el dim-sum en Londres que en Madrid. Cuando en Londres ya había casi un Wagamama por distrito, en Madrid se abría uno de los primeros bares de noodles, el ya desaparecido Circus, en el barrio de Chueca, basado en un concepto similar al creado por Alan You. Curiosamente, se empiezan a exportar conceptos creados en la isla y no estoy hablando de pubs. A principios de los años noventa abre en España la cadena Mark&Spencer (que cerraría en casi toda Europa años después) y no sólo se forran vendiendo braguerío fino… la sección de comida y sandwiches frescos es arrasada diariamente y eso que no eran precisamente baratos.
Y ya a finales de esa década, Jamie Oliver, uno de los jóvenes discípulos de Ruth Rogers y Rose Gray, propietarias del afamado y prohibitivo -al menos para mi bolsillo- River Cafe londinense, empieza a ser una cara conocida para terminar convertido en una verdadera estrella televisiva en el Reino Unido, para después pasar a ser un verdadero fenómeno a nivel mundial con su Food Revolution. Con su estilo desenfadado, triunfará con su primer programa, The naked chef. Y a día de hoy, aunque no se ha quedado desnudo en ninguno de sus muchos programas, ha conseguido llevar un soplo de aire fresco a las cocinas británicas y poner a cocinar a gran parte del país. Hoy podemos comprar salsas, mezclas de especias, utensilios de cocina…todos ellos con el sello Jamie Oliver. Si compras en los supermercados Sainsbury’s elegir la linea de productos recomendados por él, y después cocinar eligiendo alguna de las recetas publicadas en alguna de sus numerosas publicaciones, libro o revista. Puedes incluso comer en alguno de los restaurantes dirigidos por él, Fifteen, Italian o el último de ellos, dedicado a la barbacoa. Vamos, que está hasta en la sopa, pero lo que es innegable es el papel que ha jugado a la hora de revitalizar la relación que el pueblo británico tiene con la comida hoy día.
Hoy en día, la oferta de la capital británica es realmente apabullante. Y puedo afirmar sin temor a equivocarme que el que va a Londres y come mal, es porque quiere.
Entre él y otras figuras como Yotam Ottolenghi, el mediático Gordon Ramsay o Nigella Lawson, con unas trayectorias profesionales muy dispares y que parecen enlazar un éxito tras otro, bien como autores de libros de cocina conocidos ya a nivel internacional (los libros de cocina de Ottolenghi son ya imprescindibles en toda biblioteca de cocinillas que se precie), con columnas semanales en los periódicos de mayor prestigio o con sus propios programas de televisión, han conseguido llegar al gran público, ese que no se atrevía a poner un pie en la cocina excepto para encender la kettle y prepararse un té.
Desde principios de los años 90 a la actualidad, el panorama gastronómico parece haber dado un giro de 180 grados, convirtiéndose en una verdadera fiesta. Visitar algunos supermercados británicos como Sainsbury’s o Waitrose, incluso el menos glamuroso Tesco es, al menos para mí, realmente tentador. La oferta es variada y amplia, el packaging, cuidadísimo. Incluso sus webs y publicaciones, donde se ofrecen recetas y promociones, se me antojan mucho más apetecibles que las de nuestras referencias patrias. Y si no, busquen, comparen y ¡cuéntenmelo!
No dejan de crearse nuevos formatos de negocio, incluso de exportarse, como es el caso de los gastropubs, un auténtico fenómeno que ha terminado dando la vuelta al mundo, porque si bien en España no tenemos gastropubs, estamos ya un poco saturados de oír hablar de los “gastrobares” o “gastrotabernas”. Uno de los pioneros fue The Eagle, en el barrio de Clerkenwell, donde empezaron a sustituir la típica comida de pub, como el ploughman’s lunch o los pies, por platos de mayor enjundia. Este pequeño cambio supuso un verdadero éxito y la fórmula fue extendiéndose por todo el país, cruzó a nado el Canal de la Mancha para terminar arrasando en el resto del mundo. Hoy en día, la oferta de la capital británica es realmente apabullante. Y puedo afirmar sin temor a equivocarme que el que va a Londres y come mal, es porque quiere. Ya no hay que gastarse una fortuna para comer decentemente, incluso realmente bien. Hay restaurantes y formatos para todos los bolsillos y gustos. Desde los clásicos y muy británicos cafés como E. Pellici y M Manze en East London, realmente auténticos y con sabor añejo, a joyas de la cocina británica como St. John o The Fat Duck. Puedes comer en un turco y cenar en un birmano, tomar el brunch al estilo NY o un típico desayuno británico y al día siguiente volver a dar la vuelta al mundo. O termina la semana con un verdadero Sunday Roast, que tomado en el sitio adecuado, te hará alcanzar niveles orgásmicos hasta ahora desconocidos por ti en esa isla.
Puedes comer en un turco y cenar en un birmano, tomar el brunch al estilo NY o un típico desayuno británico y al día siguiente volver a dar la vuelta al mundo.
Te resultará muy muy difícil intentar elegir si eres un disfrutón, un foodie que dirían ahora algunos. Incluso si te entra la morriña y tienes antojo de comida española, puedes visitar algún restaurante de comida española y ponerte las botas con las mejores croquetas, con el sello de Nacho Manzano en Ibérica, tomar unas tapas en el restaurante de José Pizarro, comer en el afamado Hispania o….si tu visita está prevista para dentro de unas semanas, visitar el nuevo local de nuestro estrellado Dabiz Muñoz y su cañero StreetXo, en el exclusivo Mayfair. Todos ellos un claro referente de la cocina española más actual fuera de nuestras fronteras que se han hecho un hueco entre el público londinense.
Lo que no deja de resultarme curioso en un país con una climatología tan adversa, es el éxito de fórmulas que aquí en España no van a asentarse hasta quien sabe cuando debido a que para variar, somos más papistas que el Papa y no hay manera de regular la legislación actual y conseguir una licencia. Y no por falta de demanda. Me refiero al fenómeno de Street Food o comida callejera. Y no estoy hablando del bocata de panceta de las fiestas de barrio. De nuevo le dan una vuelta de tuerca. Claro que no han inventado nada, eso ya existe en otras ciudades, pero es sorprendente la cantidad de puestos de comida itinerantes, que se montan en un periquete para desaparecer en otro, en mercadillos de barrio, festivales, en un hueco improvisado en una plaza de parking libre, en un transportín para caballos, en una vieja furgo convertida en foodtruck. Todos ellos sirviendo platos super apetecibles, desde arepas venezolanas a pulled pork estadounidenses….especialidades coreanas, mejicanas, vietnamitas, repostería típica británica o de aire francés en la trasera de un taxi londinense ya jubilado.
Una visita por Borough Market y olvídate de ir a comer a otro sitio, porque no resistirás probar muchas de las especialidades de sus puestos, pero te ocurrirá lo mismo si vas a Broadway Market, Camden o a Spitalfields… todos tienen una amplia y variada oferta para comer. En definitiva, mil y una tentaciones que ahora si, convierten nuestra visita en una verdadera orgía. Y sin despelotarse…
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Ilustración © David Pazos / www.artsinners.com
Leer British Cuisine I aquí: www.brit-es.com/british-cuisine-i-orgia-en-la-cocina-con-el-naked-chef-y-nigella-la-reina-del-porn-food/