BFI London Film Festival: Charlamos con el director de «Volta à Terra», el portugués João Pedro Plácido

En Uz, un pueblo rural en el norte de Portugal, una familia de agricultores ha estado trabajando la tierra durante generaciones. Daniel es el miembro más joven de la familia y a diferencia de muchos de su edad, que han sido atraídos por la vida urbana, él ha decidido quedarse. Mientras el pueblo se prepara para su feria anual Daniel se distrae de su trabajo al conocer a una chica joven y guapa. Este es el argumento de la película (Be)Longing (‘Volta à Terra’) del director portugués João Pedro Plácido.

Siguiendo el ciclo de las estaciones y del día a día en esta pequeña aldea Pedro Plácido hace un retrato sensible y de una belleza espectacular del pueblo natal de su abuelo y su madre, donde la familia, la tradición y el trabajo en la tierra pesan mucho. Un documental que muestra al mundo la vida del lugar de Uz, situado en la frontera entre el Miño y Tras-os-Montes, y de sus habitantes que viven de la agricultura y la ganadería.

Pedro Plácido tiene una amplia trayectoria como director de fotografía, ‘(Be)Longing‘ es su debut como realizador. La película ha conseguido el premio al mejor largometraje portugués en DocLisboa en 2014, está recorriendo festivales de todo el mundo, incluyendo Cannes, Chicago, Trento, etc. La semana pasada Brit Es tuvo la oportunidad de entrevistarle en Londres donde su film competía en la sección de documentales del 59th BFI London Film Festival. 

Con ‘Volta à Terra’ muestras tus raíces y como es la vida en el campo. ¿Con qué finalidad haces esta película? ¿Es un llamamiento para que volvamos a los pequeños lugares hoy despoblados? No, mi película no es un llamamiento para que la gente vuelva a las aldeas y a los pueblos, no es eso. Es una llamada para que las personas tomen conciencia de cómo está nuestra relación con la tierra, con la naturaleza y con los animales, algo que los habitantes de Uz hacen muy bien.

‘Volta à Terra’ tiene 3 lecturas. La de que puedes dar la vuelta al planeta tierra y ver la misma realidad en diferentes partes del mundo. Otra es lo que te da la tierra cuando la trabajas. Y por último está la idea de retornar a nuestras raíces, a nuestra tierra de origen, aunque sea como espectador para conocer, no para quedarnos.

Tardamos dos semanas en conseguir que ignoraran la cámara, ya que todos saludaban al verme y me hablaban aunque estuviese filmando.

La fotografía de la película es increiblemente bonita. ¿Cómo ha afectado al rodaje tu experiencia como director de fotografía? y ¿cómo has conseguido esa atmósfera tan real y bella al mismo tiempo? Para mi estaba claro que para filmar el trabajo del agricultor tenía que retratar la naturaleza, porque el agricultor está condicionado por ella, por eso para mi era clave mostrar las 4 estaciones del año. Por eso estuve, por ejemplo, casi 5 meses sin apenas rodar nada esperando a que llegase la nieve, la peli ya estaba casi acabada y el primer invierno fue muy soleado y seco así tuve que esperar al segundo. El rodaje fue entre diciembre de 2011 y enero de 2013, estuve allí un total de 80 días en los que filmé puntualmente pequeñas cosas estableciendo un calendario de tenía que ver con trabajos que yo sabía que quería filmar. No estuvimos allí constantemente, fue un ir y venir con el equipo desde Lisboa.

En cuanto a ser director de fotografía… en este caso creo que ha sido más importante el hecho de que yo conozco Uz desde que nací, son mis orígenes, fue allí donde nació mi madre que emigró muy joven para Lisboa. Al nacer yo mis abuelos maternos dejaron Uz por Lisboa para ayudar a mis padres a criarme, por eso yo soy un producto entre agricultor, labrador y urbanita. Todas mis vacaciones veraniegas las pasaba allí. Conozco bien el sitio y sé instintivamente cómo está la luz a una hora en concreto. Me fue fácil establecer unas reglas para mi mismo, como por ejemplo no rodar a ciertas horas del día en las que la luz no era la adecuada. Otra regla que me impuse fue la de mostrar la dureza del trabajo de la gente a la que estaba filmando, eso significa rodar bajo la lluvia, de la nieve, en la lama… por tanto la fotografía, en este caso, fue un poco instintiva. Conocía bien las localizaciones y tenía claro lo que quería rodar, incluso el conocer tan bien el lugar evitó dejarme llevar por el paisaje en exceso, quería retratar a las personas, que fuesen ellas las protagonistas.

Los protagonistas no son actores profesionales. ¿Cómo conseguiste que los habitantes de Uz participasen en la película? ¿Cómo hiciste el casting? Les conozco a todos y ellos me conocen a mi desde que nací, por eso cuando llegué allí con la cámara nadie se sorprendió. Saben que el cine es mi vida, de hecho hace años ya intenté hacer un film de ficción allí pero no lo pude acabar por falta de presupuesto. Desde el principio entendieron que yo estaba allí para hacer una película sobre ellos y se sintieron halagados. Además saben que yo siempre he sentido respeto y admiración por su estilo de vida, porque he trabajado muchas veces con ellos en el campo. Fue una cosa muy natural, de repente me vi allí, con dos personas más, rodando mientras ellos estaban cómodos. Lo que sí tardamos, dos semanas, fue en conseguir que ignoraran la cámara, ya que todos saludaban al verme y me hablaban aunque estuviese filmando. Tuve que establecer reglas en plan ‘que nadie me hable ni me mire’, hasta que conseguí que me ignoraran completamente. También fue importante decirle a Daniel, el actor principal, ‘todo lo que hiciste hasta ahora va a la papelera, ¡porque tú miras a la cámara y eso para mi es basura!’. Enseguida se dio cuenta de que yo hablaba en serio, que no era un coña.

¿Y hacías blocking con él? Es que algunos planos son tan perfectos y bonitos… En algunos planos sí, por ejemplo el último plano de la peli lo hice con unas condiciones de producción de “no producción”… la película estaba ya montada y me tuve que ir allí yo solo a grabar, sin tener una cámara en condiciones y usando un trípode de fotografía de cuando tenía 14 años, que ni era estable ni giraba… debajo de la lluvia, si poder moverme mucho y aguantando el paraguas con la otra mano. Le daba las instrucciones a Daniel en plan “Daniel, tú miras para allí… piensas en que tus vacas no están donde debieran y después te marchas en aquella dirección…» Él lo hizo, pero volvió demasiado pronto y tuve que repetir la escena. Así que esto a veces pasaba, pero muy raramente, la verdad es que yo intenté influenciar lo mínimo en sus movimientos.

¿Cómo conseguiste que Daniel no se sintiera incómodo? He tenido muchas discusiones sobre este tema y he leído mucho sobre ello. La cámara puede ser descriptiva, pasiva, inquisitiva, pero sea lo que sea ha de ser invisible y no influenciar en los personajes y eso se consigue cuando hay una gran confianza entre el director y el actor. Eso es algo que el director tiene que conseguir. Si un director no ha pasado el tiempo suficiente con su actor protagonista ya es un mal comienzo. Yo creo que el secreto es ese, tener una voluntad de conocer con quien trabajas y establecer una confianza mutua. Así es como consigues que una persona pierda la tensión ante la cámara. Los dos primeros días a lo mejor están tensos, hasta que se relajan y entonces es a partir de ahí cuando la película comienza a existir. Yo tuve esa fase con Daniel. Él al principio no paraba de mirar a cámara y eso no puede ser.

La cámara puede ser descriptiva, pasiva, inquisitiva, pero sea lo que sea ha de ser invisible y no influenciar en los personajes.

¿Tenías miedo de alterar la realidad, de ir demasiado a la ficción? Yo nunca tengo miedo de alterar la realidad, nunca, porque lo que me interesa es la historia que quiero contar y a partir del momento en que tenemos una cámara estamos siempre alterándola, ya que con el encuadre estamos escogiendo una parte de ella y dejando mucho fuera. Yo creo en la propia realidad de la película. No me incomoda tener que decirle a alguien que haga una cierta cosa porque creo que haciéndolo el resultado final no va a ser menos verdad.

Lo que me interesa es crear una reacción en el espectador, contar una historia de la forma más pulida posible. La realidad es un tema peculiar, yo creo el sentimiento de estas gentes y su forma de enfrentarse a su trabajo no iba a ser menos real si yo les hubiera dicho que anduviesen hacia la derecha o hacia la izquierda.

Una película por muy real que quiera ser es siempre un film, una fantasía, una creatividad. Mucha gente me pregunta si es ficción o realidad y para mi la respuesta es que es lo más importante son las emociones y conseguir contar una historia.

‘Volta à Terra’ está teniendo mucho éxito en festivales de todo el mundo y la película se está viendo en muchos lugares lejos de Uz. ¿Cómo se sienten los protagonistas? ¿Son conscientes de la dimensión que está adquiriendo el proyecto? ¿han cambiado algo sus vidas? y ¿cómo te sientes tú al ser como el embajador de tu propia tierra en el exterior? Están todos muy contentos, se sienten muy orgullosos de Uz y están muy agradecidos de que yo haya compartido su vida y la belleza de su tierra con otras gentes de otros lugares. Daniel dice que su vida está completamente igual, que la única cosa que cambió es que ahora sale en los periódicos y toda la gente le conoce. A pesar de haberle invitado a acompañarme a Paris, donde además tiene familiares emigrantes, él no quiso porque se siente incómodo fuera de su entorno. Le llevé a Lisboa y tampoco le gustó mucho. Los más ancianos se gustaron mucho al verse y están muy contentos de que la gente ahora pase por allí a conocerles y a conocer su aldea.

Yo me siento muy contento de ser de alguna manera el embajador de esta tierra y mostrar a la gente que ese estilo de vida, autosuficiente, de no consumismo y de respeto hacia la naturaleza y a los animales todavía existe y de compartir los valores de una comunidad en la que todos son conscientes de que se necesitan unos a otros, tierra, hombre y naturaleza.

¿Tu próximo proyecto? Las películas de otros directores. Como director de fotografía.

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Entrevista por Carolina Núñez y Guido Benedicto.

Foto Portada © Fotograma de la película ‘Volta à Terra’ de João Pedro Plácido

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