Charlamos con el artista sirio Ali Ali, afincado en Europa desde hace más de una década y quien desde que estalló esta guerra trata de dar voz a sus compatriotas con su lucha personal a través del arte. Desde aquí trata de ayudar a su amigo y también artista Ahmad al-Hammoud.
Son cinco años de guerra en Siria durante los cuales hemos sido espectadores de bombardeos continuados que han dejado indefensas a millones de familias en el país, 220.000 muertos, 11 millones de desplazados, 3.9 millones de refugiados y 12.2 millones de personas, que, o bien se han escapado a países colindantes o han emprendido un viaje del que no saben si saldrán vivos. Los medios de comunicación han estado alimentando el miedo y enviando mensajes erróneos de la realidad que vive un país en medio del caos. Creemos que con esta propaganda anti refugiados pretenden que apoyemos sus medidas anti migratorias y el cierre de fronteras. Desde Brit Es queremos expresar nuestro más rotundo rechazo a ese tipo de políticas promovidas por la Unión Europea. Queremos manifestar nuestra fe en la conciencia de las personas y esperamos que podamos sacar a los sirios de esta pesadilla que cada vez se alarga más en el tiempo. Con proyectos artísticos como el de Ali Ali es posible concienciar a la población sobre lo verdaderamente importante: las personas.
Estamos en tiempos de guerra, de atentados, de sin razón, de muerte, de huída y de política. Vivimos acotados por fronteras, culturas, religiones e incluso familias. Las barreras geográficas y políticas son totalmente cuestionables cuando hablamos de supervivencia y cuando el horror nos mira de frente sólo hay una opción, avanzar. El conflicto armado de Siria entra en su quinto año y las cifras de sus consecuencias son devastadoras. La población civil vive totalmente atemorizada huyendo del terror y la muerte encontrándose a su paso barreras y políticas que lejos de ayudar hacen que la injusticia y desigualdad les azote todavía más por querer sobrevivir. Los niños ya no van al colegio, no comen sano, no tienen medicinas, no juegan… hace frío mientras huyen o esperan… y entre tanto Europa tiene miedo… miedo a abrir fronteras, al terrorismo, al paro, a las hipotecas caras y a la prima de riesgo.
En este contexto hablamos con el artista sirio Ali Ali Suliman, afincado en Europa desde hace más de una década y quien desde que estalló esta guerra trata de dar voz a sus compatriotas con su lucha personal a través del arte.
Ali Ali, natural de Al Hassake en Siria, se licenció en Bellas Artes por la Universidad de Damasco en 1998. En su tierra natal participó en la Bienal de Arte Contemporáneo “Al Mahabba” Latakhia (Siria) y, fuera de sus fronteras, en la Trienal Mundial de Arte Contemporáneo Chamalière (Francia), la Trienal Internacional de la Estampa Contemporánea Kanagawa (Japón) o la Bienal Internacional de Pintura Fundación Araguaney (Santiago de Compostela). Realizó además un máster sobre el tatuaje en Asia, África, Europa y América y disfrutó de una beca de un año en el Instituto Cervantes de Damasco. En 2002 participó en Estampa, la Feria Internacional de Grabado de Madrid representando a Siria. Al poco tiempo recibió una beca para realizar el «I Máster sobre la Obra Gráfica», de la Fundación CIEC en Betanzos (Galicia) y desde entonces reside en A Coruña donde vive con su mujer italiana con la que tiene una hija.
Su obra, premiada muchas veces, era colorista, alegre, llena de personajes de leyendas, niños, mujeres y animales. Pinturas de gran formato, exóticas en cuanto a color y a forma que evocaban los cuentos de “Las mil y una noches”. Ali Ali, con sus grabados y sus pinturas representaba el exotismo y el folclore de una tierra de ensueño, de aventuras y de fantasías. Hoy desde aquí reivindica que sus recuerdos de niño, adolescente y adulto en Siria no se borren para siempre y nos enseña su obra nueva que habla de una tierra y unas gentes que están guerra.
Entre sus cuadros se encuentra también los de Ahmad al-Hammoud, íntimo amigo y compañero de Ali. En nombre del cual el pasado 10 de marzo la galería Monty organizó una subasta benéfica. Ahmad es un artista de prestigio con proyección internacional en el ámbito de los países árabes quien actualmente sobrevive en el campamento de refugiados de Harran, en la provincia turca de Sanliurfa, en condiciones de absoluta precariedad en compañía de 16 miembros de su familia. No se llegaron a vender todos los cuadros. Hay que hacer algo. Nos interesamos por su historia. No queremos hablar de cifras. Queremos poner nombres propios y contar esta historia para ayudar a Ahmad y a su familia a través de Ali Ali.
LA HISTORIA DE AHMAD
Ahmad al-Hammoud y su familia vivían en la ciudad de Deir ez-Zor, una ciudad de casi 250 mil habitantes al norte del Éufrates. Ali y Ahmad estudiaron en la Facultad de Bellas Artes de Damasco. Compartieron carrera y casa. Ali nos dice que son como hermanos. Vivían con otro compañero que como Ali, también se vino a Europa en 2002, concretamente a Francia. Ahmad se quedó y trabajó como profesor en la Facultad de Bellas Artes de Damasco hasta que en 2004, tras fallecer su hermano menor de un infarto, vuelve a Deir ez-Zor donde continuó trabajando dando clases y pintando estando cerca de su familia. Deir ez-Zor fue una de las primeras ciudades en las que empezaron las revueltas en 2011. Está además cerca de Raqqa, la que hoy se dice que es la capital del Estado Islámico y paraíso de los yihadistas. Hoy en día, Deur ez Zor está devastada y es prácticamente una ciudad fantasma desolada por la guerra. Fue una ciudad preciosa, borrada ya del mapa, dice Ali.
Al estallar el conflicto Ahmad y su familia lo perdieron todo. Sus casas fueron totalmente destruidas y dos de sus hermanos murieron en la guerra. Cada uno tenía tres o cuatro hijos que hoy están con sus madres y su tío en Harran. Para salvar la vida de sus familia, Ahmad huyó a Turquía. Al salir, enroscó todas las obras que pudo y viajó con ellas. Él no usa armas. Usará su arte en su lucha.
La misma mañana que llega a Turquía se pone en contacto con su amigo Ali Ali, le cuenta su situación y le pide ayuda. No les queda ya dinero. Sólo sus obras.
Hasta entonces, ¿habías mantenido contacto con Ahmad?
Antes de empezar la guerra sí. Había galerías con las que trabajábamos juntos en Siria, en el golfo arábico. Mandábamos juntos obras. Charlábamos. Siempre manteníamos el contacto a través de las redes sociales, el Skype y por teléfono. Yo siempre que iba a Siria, fui dos veces desde que estoy aquí, le llamaba y quedaba con él. Para mi es como un hermano, porque vivimos muchos años juntos… Pero cuando empezó el conflicto y atacaron su ciudad el contacto se perdió durante un tiempo.
Al morirle dos hermanos él se quedó a cargo de sus sobrinos y sus viudas. Ellos vivían bien. Su padre tenía un puesto de frutas en el mercado y vendían al por mayor. Digamos que a nivel económico eran de clase media. Cada uno tenía su casa y no pasaban necesidades.
¿Cómo retomas el contacto con él?
Cuando cruzó la frontera y llegó a Turquía ya se puso en contacto conmigo. La verdad es que no sé dónde están la mayoría de mis amigos. Si ha muerto alguien nos vamos enterando por las redes sociales. Gracias al Facebook recuperamos los contactos con la gente. Nos vamos pasando información unos a otros. A veces te enteras de que alguien ha muerto porque otros cuelgan fotos de los fallecidos en sus muros.
¿No tenéis ninguna forma a través de las ONGs o de algún otro medio de acceder a listas de las personas que están fallecidas o en los campos de refugiados? ¿Cómo os enteráis de lo que ocurre allí?
No hay nada. Es una situación totalmente de guerra. En el caso de este amigo mío, por ejemplo, su ciudad fue totalmente aislada del exterior. Los civiles estaban entre los bandos de las distintas milicias. No se puede decir que unos sean mejores que otros, porque todos son malos.
Los civiles están allí, en medio de todo, y para poder sobrevivir han tenido que comer hierba, gatos, cuervos, etc… Piensa que para poder escapar de Siria tienes que tener comida, coche y dinero para poder pasar y poder pagarle a las mafias que controlan las salidas… Si quieres escapar no es sencillo… Aunque des todo lo que tienes, puede que estés pagando por tu muerte.
Muchas veces no puedes avanzar porque tienes niños, o gente en silla de ruedas, o ancianos, o discapacitados. Pero al final, gracias a Dios, Ahmad, como miles de sirios, consiguió pasar a Turquía con todos los miembros de su familia. Otros van a Jordania, Líbano, etc… Y por allí cruzan a Europa.
También hay mucha gente que todavía tiene dinero y están establecidos en Turquía, viviendo en pisos de alquiler. Osea que no todos los refugiados están reflejados en los números.
Ahmad está en el campo de refugiados de Harran en Turquía. ¿A dónde se dirige? ¿Dónde quiere ir?
Los sirios no quieren irse de su país. Nadie querría tener que cruzar la frontera. Lo que quieren es quedarse en sus casas, pero no tienen otra alternativa. Sus padres, por ejemplo, son mayores, tienen 85 años y no quieren seguir avanzando. No quieren cruzar a Europa. No querían salir de Siria, querían quedarse y morir en su casa. Él les sacó a la fuerza de allí.
Incluso Ahmad, que tiene 45 años, el otro día me decía que si viene aquí [Europa] lo va a tener muy dificil. ¿Qué va a hacer a su edad?. Para integrarte necesitas unos diez años, para aprender el idioma, encontrar un trabajo, asentarte…
Y supongo que en su caso será mucho más complicado de lo que fue para ti. No sólo por la edad, si no por todo lo que ha pasado y sufrido.
Claro, es que hay gente que está ya en Europa, en Francia, Alemania… Yo he ido a visitar a amigos míos que llegaron con sus familias y están ya instalados. Muchos me dicen lo mismo, que han venido por sus hijos, que ellos ya con 50 años no piensan en tener un futuro aquí. Es muy triste escucharles. Estaban en su país con su vida, más o menos resuelta, y ahora tienen que estar aquí resignándose. Y eso es algo que no todo el mundo entiende en Europa. No han venido porque quieren, van a tener que renunciar a muchas cosas por el hecho de seguir vivos.
Mi sobrino, que está en Alemania, me cuenta cómo se siente cuando la gente les mira mal, como si molestasen. Hay que entender que la gente no vino por gusto. Hay mucha ignorancia.
REFUGIADOS
Ali nos enseña un chaleco que cuelga de la pared de su estudio y nos acerca una bolsa de plástico, que contiene fotos, objetos, papeles… Nos cuenta que una amiga suya fue de voluntaria a un campo de refugiados en Lesbos y le trajo esto de allí.
Es un gran drama. Mirad… Estas fotos están comidas por el mar, apenas se ve ya nada. Son de personas que dejaron sus casas cogiendo las fotos de sus seres queridos.
Un diccionario de inglés, de Oxford, posiblemente de alguien que huyó con él en la mano porque pensó que le sería útil… Todavía está húmedo por el mar… En él hay cosas escritas en árabe, nombres y teléfonos…
¡Qué tristeza!, mirad, estos son los plásticos que les dan al llegar a la playa, para protegerles del frío. Y esto es un sobre de Henna vacío en el que meten el dinero y lo llevan pegado al cuerpo para que no se les moje en el agua.
Esto es el DNI de un niño afgano de 11 años… Otra foto… Y estos son documentos de refugiados. [Son papeles con foto, fecha de nacimiento y datos personales de sus portadores…]
¡Y mirad que hipocresía!, cuando llegan a Europa, a las islas griegas, se les da un bocadillo envuelto en este paquete. [Un paquete en el que podemos ver publicidad de turismo griego, el sueño europeo…].
Ali Ali nos cuenta que va a utilizar todo este material en la exposición que está preparando. Nos sigue explicando la experiencia de su amiga voluntaria en Lesbos y nos cuenta como descubrió que las zodiac y los motores que llegan a la isla griega van de vuelta a Turquía, para que las mafias puedan otra vez, cargar y volver a cobrar a la gente. Esta chica trajo muchas fotos, nos dice.
¿Qué papel crees que juega Turquía en todo esto?
Turquía está jugando a doble juego. Quiere entrar en Europa y se aprovecha ahora de la situación en la que está. Casi como España con la frontera de Ceuta y Melilla. Cuando la Comunidad Económica Europea “cierra el grifo” España cierra las fronteras. En Turquía se centran la mayoría de las mafias de tráfico de humanos. Si tratamos de analizar y sacar una visión general de la situación nos damos cuenta de que si los 6 mil millones de euros que Europa le quiere dar a Turquía, para hacer la vista gorda, se invirtiesen directamente en el pueblo sirio se avanzaría mucho y se zanjaba el problema.
Yo soy muy escéptico con las ONGs también. Porque desde el momento en que empiezan a hacer “caja” y a funcionar como un negocio, para mi pierden su valor. Por supuesto que los voluntarios ayudan, las personas sí, pero las ONGs funcionan como empresas y buscan también su beneficio. Por eso yo estoy en contra de ellas, aunque respeto la labor de los voluntarios.
¿Cuál crees tú que sería la solución al problema? ¿Cómo se podría ayudar al pueblo sirio?
La solución no es ayudar a los refugiados, es parar la guerra. Los fabricantes de armas, los bancos, ONGs, las propias instituciones europeas y americanas, si quisieran podrían frenar el conflicto. Pero no lo paran porque no interesa. Mi pueblo se levantó contra Bachar El Asad, para quitar del poder al dictador y a su familia. Pero Europa no les apoyó y llegó el terror. Quizá si todas las personas en Europa saliésemos a la calle, protestantado, las instituciones reaccionarían. Estamos todos paralizados por el miedo. Aquí y allí. Los sirios lo que querrían es que les dejasen vivir tranquilos en Siria. No tener que huir de su tierra.
Todo el mundo habla sobre el Estado Islámico, el terrorismo árabe, el yihadismo… pero nunca hablamos de los cabrones que venden las armas al Estado Islámico. ¿Quién hace las armas y quién las vende? ¿Quién se beneficia de las guerras? Ahí es donde están los verdaderos culpables.
¿Por qué no sale en los medios quién fabrica las armas o las vende?. ¿Por qué no se juzga a los verdaderos culpables? El Estado Islámico existe porque se les permite existir. Europa y América tienen la capacidad de paralizar esto, pero no interesa. ¿Cuántos civiles perdieron la guerra en Afganistán? No sólo en Siria han muerto y mueren civiles.
EL PROYECTO DE ALI
Cuéntanos en qué proyecto estás trabajando ahora. ¿Cómo vas a enfocar tu lucha?
Estoy trabajando en un proyecto personal bastante amplio en el que trato de denunciar lo que está sufriendo mi pais. Una exposición que tendrá fotografía, grabado, pintura, escultura, música y trabajaré con elementos como el agua, el fuego [velas] y la luz. He empezado ya a pintar los cuadros. Se compondrá de 20 o 30 obras de 2 x 2 mt cada una, algunas de ellas formando dípticos de 4 x 2 metros.
También contará con varias instalaciones en las que representaré la huida y el sufrimiento del pueblo sirio y las consecuencias de la guerra. Habrá esculturas hechas con papel de periódico y carteles publicitarios de denuncia a gran escala que serán montajes fotográficos. La música y la iluminación va a ser muy importante a la hora de integrar todos los elementos. También el espacio lo será.
Es un proyecto muy ambicioso en terminos de producción. ¿Tienes ya algún espacio en mente?
Lo es. De hecho no será obra que se pueda vender debido a su temática. Pero creo que si consigo que mucha gente la vea podremos concienciar a las personas y me daré por satisfecho. Como espacio, he solicitado el Kiosco Alfonso en A Coruña. Necesito un lugar amplio y que reciba muchas visitas, para alcanzar el objetivo. Pero estoy en espera de respuesta. También contactaré a fundaciones, instituciones y espacios expositivos en Galicia y en otras ciudades españolas.
Gastaré mucha energía. Pero es algo que necesito hacer, algo que ya he empezado y que está en mi cabeza. Me llevará como mínimo un año pero es mi forma de contar y de denunciar aquí en Europa el sufrimiento de mi pueblo y mi gente.